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Ultrafrikismo: Entrando en la conspiración mundial

Desde España, el blog recontraconspiranoico, Ultrafrikismo, trae una introducción a las teorías de conspiración pasado por un análisis concienzudo de la "realidad". Todo lo que está ahí afuera podría ser o no una mentira. ¿Qué más da?
lunes, 23 de septiembre de 2013 · 16:35

INTERNET CONSPI (Ultrafrikismo) - Mientras escribo esto el Rey de España vuelve a tener problemas con la prótesis de su cadera fracturada. En la misma familia etimológica: rey, real, realidad. También la realidad se está fracturando a marchas forzadas, y la sociedad contempla la disolución de la red simbólica que dotaba de significado —significado real— a las generaciones anteriores. Que desde 2008 más del 50% de la jóvenes españoles ya no valoren positivamente al Borbón es un síntoma de esta fractura de lo Real.

Cuando se da en un hueso una fractura, el cuerpo crea primero una callosidad que la envuelve, una suerte de pegote informe que durante el proceso de curación se irá remodelando y compactando hasta alcanzar de nuevo su forma original, como un bloque de mármol cincelado por un escultor. ¿Qué sucede cuando nuestra realidad se fractura? Llevamos a cabo nuestro propio proceso de curación, y empezamos a crear nuestra nueva red de significados que envuelva a los que ya no nos sirven. El Rey pasa a ser pues un chivato de la Casa Blanca; la modélica transición fue la representación de una farsa y España una República Bananera más, intervención de la CIA incluída. ¡Americanos, os recibimos con alegría! ¡A vosotros y a vuestros dólares! Y, claro está, al Ojo que Todo lo Ve impreso en su reverso.

Desde que he escrito y discutido sobre Teoría de la Conspiración la gente ha proyectado todo tipo de juicios sobre mi persona; de entre todos, el que más gracia me hace es el de "crédulo”. «Te lo crees todo», te dicen de forma burlona, mientras mantienen cínicos su autocomplacencia y se autocongratulan de su sagaz escepticismo, de lo mesurado de su juicio, de lo correcto de sus conclusiones.

Ni qué decir que he cometido mis excesos. Ni qué decir que me he embriagado con mis opiniones, que he compuesto escenarios de extrañeza exhuberante y barroca. Ni que decir que me he visto en callejones absurdos, muchas veces ridículos. ¿Y qué? «El camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría», así que considero interesante perseverar en todo esto pues, nos dice también William Blake, «si el necio persistiera en su necedad se volvería sabio».

Afrontémoslo: lo que se esconde en último término tras la Teoría de la Conspiración es la Nada; si Todo es Mentira, Nada es Verdad. ¿Somos capaces de soportar La Irrealidad, El Vacío, en todo su esplendor? Permitidme que lo dude, pues hasta donde sé somos todavía tan sólo seres humanos. Es por esto que me río abiertamente de todo aquel que me llame crédulo, pues esto significaría que se cree fuera de la esfera de lo humano; y esto, en sí, me parece una forma de locura tristemente más extendida de lo que debiera estarlo.

Algo similar señala John Michael Greer en esta entrada de su blog cuando dice que:

Ninguno de nosotros podría funcionar ni cinco minutos en el mundo sin una galaxia de actos de fe, desde la solidez del suelo que pisamos, pasando por la conexión entre las palabras de las otras personas con sus pensamientos o la existencia de lugares y épocas que nunca exprimentaremos. Gregory Bateson mostró en una serie de estudios que [han desaparecido de la literatura psicológica] que el rechazo a adoptar algún artículo de fe se halla en el centro de la esquizofrenia; ésto es lo que se esconde tras los frenéticos esfuerzos del paranoico de encontrar el significado oculto en todo lo que le rodea, y el rechazo del catatónico a tener algo que ver con el mundo. La fe es, entre otras cosas, una respuesta humana a aquellas preguntas que no pueden ser contestadas en base a algún tipo de evidencia, pero que deben ser contestadas de una forma u otra para vivir en el mundo.

Así que sí: estoy a favor de los crédulos y los lunáticos y disfruto contemplando a la gente que se embriaga con las imposibles conspiraciones cósmicas, con la investigación de las increíbles avenidas que abren la aceptación de hechos suprimidos, pues «el mundo es caos, y la nada es el dios de este mundo aún por nacer», como afirmó Georg Büchner. Y nosotros, ignorantes simios con ropajes, asistimos perplejos a cada segundo a su nacimiento, añado yo.

Ni qué decir que en la Teoría de la Conspiración hay idiotas. Ni qué decir que en la Teoría de la Conspiración hay desinformación, hay mentiras malintencionadas, manipulaciones e intereses velados. Pues siendo una zona lindando con el caos es a la vez una zona que linda con la creación de la realidad, y todo el mundo está compitiendo por crear la suya. En palabras del maestro Robert Anton Wilson: «la frontera entre lo Real y lo Irreal no es fija y sólo marca el último lugar donde bandas rivales de chamanes lucharon entre sí hasta que se tomaron un descanso».

Por lo demás, el último callejón al que he llegado y en el que me siento cómodo es a uno que señalaba Jeff Wells en su libro y blog homónimo, "Rigurous Intuition”: que esto ya no trata de creencias, sino más bien de todas las cosas que ya no puedo descreer cómodamente, con la sensación añadida de que las narrativas actuales que tienen más sentido están más cerca de los géneros de la fantasía y del horror —de la Irrealidad— que de cualquier otra cosa más cercana a lo llamado Real.

Dios salve a lo Real, pues; parece que le quedan tres telediarios.

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