El brote de Zika es uno de los grandes problemas que afectan el desarrollo de las Olimpíadas en el país sudamericano. Brasil está atravesando su más profunda recesión económica en generaciones, además de una masiva investigación de corrupción que involucra a políticos e importantes empresarios.
Los organizadores de Río han recortado 500 millones de dólares en gastos, varios millones de boletos siguen sin venderse y las instalaciones para velas, canoa y remos siguen plagadas por altos niveles de contaminación vinculados con el anticuado sistema de desagües de la ciudad.
El virus de Zika se originó en África y se ha diseminado a varias partes de Asia. Fue detectado inicialmente en Brasil el año pasado. Investigadores sospechan que fue traído a la nación sudamericana por un turista durante la Copa del Mundo de fútbol en el 2014 o durante una competencia de canotaje en Río ese mismo año.
La enfermedad se diseminó rápidamente, y afecta principalmente el empobrecido nordeste.
Funcionarios de salud hicieron sonar las alarmas en octubre, tras notar un incremento notable en los casos de microcefalia junto con el brote de Zika. Desde octubre, Brasil ha registrado 3.893 presuntos casos de ese defecto que puede llevar además a nacimientos de bebés muertos, además de persistentes problemas de desarrollo y otros en los sobrevivientes. En todo el 2014 Brasil tuvo menos de 150 casos.
Brasil no monitorea los casos de Guillain-Barre, un raro y potencialmente fatal síndrome que ataca el sistema nervioso y deja a las víctimas paralizadas e incapacitadas para vivir sin ayuda de aparatos médicos, pero médicos han reportado un incremento de 60% de los casos en la temporada de lluvias del año pasado.