El “no amado”

Boudou: El verdadero dolor de cabeza de la presidente

Amado Boudou se encuentra jaqueado por dos expedientes que han acumulado la suficiente cantidad de evidencia como para llamarlo a indagatoria y, eventualmente, procesarlo. En este caso, La Cámara Federal de Casación Penal convalidó el rechazo al pedido planteado por la defensa de Alejandro Vandenbroele, sospechado de ser el testaferro del vicepresidente de la Nación.
viernes, 1 de noviembre de 2013 · 14:33

NECOCHEA (Cuatro Vientos) - El verdadero temor de la presidente "de todos los argentinos”,Cristina Fernández de Kirchner, no es político, si no judicial. Y su problema de salud, le vino excelente para justificar la ausencia del poder, si es que vemos los dos años más críticos que deberá afrontar la Argentina.

El vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, estaba esperanzado de que la Justicia baje la investigación de la "maquina de hacer billetes”, Ciccone Calcográfica.

La defensa de Alejandro Vandenbroele, sospechado de ser el testaferro del vicepresidente, había planteado la nulidad del inicio de la investigación, de la declaración testimonial de Laura Muñoz, ex esposa del imputado y del allanamiento del domicilio de la nombrada en Chacras de Coria, Mendoza.

Tanto el juez Ariel Lijo como la Sala I de la Cámara Federal ya habían rechazado desestimar el testimonio de Muñoz, quien había dicho que su marido era el "testaferro" de Boudou.

Según cuenta Infobae: "Boudou y Vandenbroele quisieron anular el testimonio de Muñoz y con ello cuestionar la validez de toda la investigación que lleva adelante el juez Ariel Lijo. Primero fue Lijo y luego la Sala I de la Cámara Federal los que convalidaron las pruebas. Pero esta vez Vandenbroele fue en queja ante la Casación. En junio pasado los jueces Mariano Borinsky y Gustavo Hornos abrieron la posibilidad de revisar el caso y decidir. El tercer juez Juan Geminiani rechazó directamente el recurso”.

El fiscal a cargo de la investigación de Boudou, Carlos Rívolo, confirmó que "en el inicio de la investigación" está averiguando si el vicepresidente "eventualmente ha tenido algo que ver desde su cargo" con el levantamiento de la quiebra de la ex Ciccone Calcográfica.

"Si hubo alguna decisión (de Boudou) con esto que aparece tan sospechoso, y hay que investigar, cómo fue el cambio de parecer de la AFIP pidiendo la quiebra (de Ciccone) y después levantándola, en un cambio de criterio, aceptando un pago excepcional", confió el funcionario del Ministerio Público.

Explicó que la investigación contiene dos posibles hechos: "la negociación incompatible con el ejercicio de la función pública que pudieron haber tenido algunos funcionarios vinculados con el levantamiento de la quiebra (de la ex Ciccone) o este contrato trunco para la realización de los billetes de $100".

"Y el otro (hecho), el origen del dinero con que se levantó la quiebra, con lo cual para nosotros en el inicio de la investigación esto no tiene una justificación y forma parte de una imputación que se llama 'lavado de dinero'", remató.

A todo esto, los magistrados se han vuelto impermeables a las presiones de Casa de Gobierno. Al menos seis de ellos se reunieron con Sergio Massa luego de las PASO del 11 de agosto a efectos de pedirle apoyo concreto. A cambio, ellos prometieron acompañar el proyecto del Frente Renovador.

El dato no lo desconoce el oficialismo, y eso potencia el resquemor que se vive en estas horas. Por las dudas, Cristina intenta negociar un límite: todo es investigable, menos sus cuentas en Suiza. Ya Néstor Kirchner había negociado ese mismo pacto con Carlos Menem, a quien el gobierno ayudó a esconder sus propios dineros helvéticos. Ese acuerdo le costó su cargo al ex ministro de Justicia, Gustavo Béliz.

Hoy la presidenta ostenta ese temor, no ya virtual sino real. ¿Qué pasaría si la Justicia hurgara en el derrotero de esos dineros? ¿Cómo explicar los finos vínculos que unen la cuenta personal de la mandataria con los fondos de Santa Cruz, fugados del país en 1993?

Y hay más preguntas incómodas, que Cristina quiere esquivar: ¿Es casualidad que los nombres de aquellos que manejaron los fondos que recalaron en Suiza estén relacionados con el narcotráfico y el lavado de dinero, como Eduardo Cafaro y Aldo Ducler? ¿Cómo explicar que esos mismos rastros se vinculan hoy con Lázaro Báez en Panamá y rozan al malogrado Cartel de Juárez mexicano?

La mera posibilidad de que ello pudiera develarse, le quita el sueño a la jefa de Estado, sobre todo porque también aparecen las mismas huellas dactilares en los aportes de su campaña en el año 2007.

Como puede verse, no solo lo político debe incomodar a Cristina a y sus ministros partir. El peor batacazo, tal vez pueda darse a nivel judicial.

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