PELO AL HUEVO

La 10 cosas que odiamos de estar en Necochea en temporada

Está buenísimo ir a la playa en verano, salir de noche y disfrutar de las bikinis de turistas y locales, pero el autor en este caso, como buen necochense, se encargó de encontrar lo malo que tiene toda temporada turística en Necochea.
martes, 14 de enero de 2014 · 15:26
NECOCHEA (Especial para Cuatro Vientos) - Ey, la temporada en Necochea está buenísima: nuevos aires y gente de paseo que nos saca del ostracismo y el tedio del invierno frío y húmedo. Los comerciantes de la playa están un poco más contentos, hay espectáculos callejeros a rolete, el clima da para salir y mezclarse entre la gente y hay, en general, más actividad en las calles, lo que permite descubrir nuevas actividades.

Eso sí, siguiendo la premisa taoista del Ying Yang, todo lo bueno trae en sí lo malo. Acá una lista de 10 cosas que aborrezco de estar en Necochea en plena temporada:

1. Todo siempre está lleno. Aunque está bueno ver bikinis importadas, caras nuevas y hacer amigos, el hecho de que uno se siente en la arena y luego de unos 5 minutos se te instale al lado una familia con sombrilla, heladera, 5 nenes y todas sus palitas, un rompevientos y un juego de sofomil sillas no es precisamente lo que se dice algo relajado.

Ir al quiosco a comprar un paquete de pastillas puede suponer toda una odisea que toma media hora resolver. Las filas para conseguir un helado son kilométricas y a veces el simple hecho de tratar de cruzar la avenida 2 supone un desafío: la hilera de autos atestados de sombrillas, reposeras y niños llenos de arena puede hacer del cruce un trámite laaaaargo.

2. Se suprime la intimidad. Un ejemplo clásico es el Parque. Para llegar a un lugar del parque donde uno no se cruce con nadie hay que caminar practicamente hasta el fondo, tocando la línea de campings (aunque incluso ahí se puede encontrar uno con algún despistado turista que se fue de picnic). Ojo, no es que uno no quiera que los turistas disfruten del parque, pero el haber pasado el día astestado en la playa, en la heladería y en el quiosco a veces amerita un descanso en la naturaleza.

Lamentablemente, en temporada eso es más dificil de conseguir.

3. No hay plata en los cajeros. Luego de hacer una fila de 10 o 15 personas, llegar al cajero automático y descubrir que no queda dinero puede generar un colapso nervioso. Sucede casi siempre y es un mal de toda ciudad turística. Se remedia sólo cuando el caudal turístico disminuye.

4. Autos a rolete. Conseguir un lugar para estacionar en la Villa Balnearia implica tener que pagar por un lugar en un estacionamiento privado. Podés estar dando vueltas por horas sin encontrar lugar hasta que descubrís que el paseo era mejor hacerlo a pie.

5. Que te traten como si fueras turista. Nunca falta el comerciante despistado, que no lo reconoce a uno como necochense de pura cepa y dice: "¿Sos de acá vos?". "Sí, pa, soy más necochense que la escollera". Pero es cierto que la afluencia turística confunde, al punto que a veces uno sufre en carne propia el "precio turista" de más de un avivado.

6. También vienen de vacaciones los ladrones. Demostrado está que cada verano los delincuentes también tratan de hacer temporada en las ciudades turísticas. Así es como aumentan los robos en las casas que la gente local deja cuando se va a otras ciudades o los robos en la playa que justifican año a año el Operativo Sol... con esas medias fluorescentes tan brillantes que les hacen usar a los pobres policías mientras se mueren de calor en la arena. A pesar del brillo del uniforme policial, los ladrones siguen tratando de hacer carrera.

7. Alarmas de los autos. Está bien que también hayan venido los delincuentes a la ciudad, pero se prenden en cualquier lugar, a cualquier hora, mientras el dueño del auto se está bañando en el mar o comiendo en una parrilla, desconociendo la tortura que inflige al resto de los ciudadanos.

8. Esta es una observación de mi hermano: En temporada uno está condenado a ver gente en traje de baño que uno definitivamente no quiere ver. Se trata de que cuando vas a la playa está aquella señora tan desagradable que siempre cruzás en la panadería, ese profesor ortiba del año que pasó, alguna compañera de laburo recontra chusma o ese amigo de tu primo, que se deshace en babas cuando te ve.

Lo más grave (aunque contradictoriamente, también es un consuelo) es que incluso uno mismo puede ser aquella persona que los demás no quieren ver en malla.

9. Internet y los celulares. Quizá sea parte de un mito popular, pero las conexiones a internet durante la temporada andan más lento. Tal vez sea que las empresas proveedoras se toman un descanso o que hay demasiados turistas mandando vía Facebook sus fotos en el descanso de los lobos, pero suele pasar que las conexiones son más inestables o lentas durante la temporada.

Y los celulares... ay... los SMS llegan dos horas después de haber sido enviados. Ni hablar del colapso de las redes wifi, con la cantidad de notebooks, netbooks, smartphones y demás dispositivos conectados simultaneamente. 

10. En este ítem va lo que a vos más te moleste.

En líneas generales, no nos podemos quejar del verano: tenemos playa, nos visita gente nueva todos los años y tenemos una cudad hermosa, pero otroa vez, como el Ying Yang, hay que soportar lo malo si queremos gozar de lo bueno.
 
(*) Por Pablo Retorci, ensayista.

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