LÍBIDO

¿La ciencia intentó destruir el deseo sexual femenino?

La ciencia occidental juega un papel preponderante en mantener la sexualidad femenina en un virtual subdesarrollo, según asegura el investigador Daniel Bergner.
miércoles, 16 de diciembre de 2015 · 09:29

NECOCHEA (Cuatro Vientos) - Daniel Bergner es un periodista que ha dedicado las últimas décadas a analizar las raíces de ciertos hábitos mentales de la cultura popular que dictan ciertas normas esperables de comportamiento con respecto al deseo femenino; los ejemplos pueden multiplicarse, pero bastan unos pocos para ilustrar: las mujeres tienden a no ser directas en sus intenciones sexuales, su deseo y su comportamiento suele ser pasivo con respecto a los avances de los hombres de la especie que, al igual que en la naturaleza, dominan el panorama sexual con su vigor y generosidad polígama para diseminar la semilla.

El trabajo de Bergner ha consistido en desmontar estos supuestos y presentar una imagen del deseo femenino más cercana a la realidad del deseo y no a la realidad de la publicidad.

Según Bergner, la investigación científica del deseo femenino, incluyendo los factores anatómicos y fisiológicos que uno podría creer rebasados, tienen aún varias décadas de retraso con respecto a lo que salta a la vista. Por ejemplo, hasta 2005 no se contaba con una descripción fisiológica exhaustiva del clítoris ni de su funcionamiento "tras bambalinas”. 

El problema es que la gente de Occidente se ve muy bien en redes sociales alarmándose por los ritos de ablación del clítoris que aún se practican en muchos lugares de África, pero no ven cómo la ciencia occidental juega un papel preponderante en mantener la sexualidad femenina en un virtual subdesarrollo. Bergner incluso ha dicho en una charla TED que la ciencia ha cortado el clítoris al negar –primero– la existencia y complejidad del deseo femenino.

Parece increíble, pero los científicos que realizan estudios también son humanos y también están motivados por expectativas ideológicas y sociales. Esto, por desgracia, puede traducirse en marcos metodológicos que tratan de seguir reforzando lo que ya saben. Bergner habla de la falacia según la cual los hombres son polígamos "por naturaleza”, y que nuestras abuelas cavernícolas se quedaban cuidando a las crías mientras los machos conquistaban el fuego. Según observaciones de primatólogos, las hembras chimpancé tienen una especie de código morse para indicar que desean ser satisfechas sexualmente por cualquier macho disponible; la jerga científica suele relegar el papel de la hembra a condiciones cosméticas como supurar feromonas o algo así, pero las hembras de las especies genéticamente más cercanas al hombre también dirigen guerras y comienzan escarceos sexuales no con fines reproductivos, sino meramente deportivos. 

Mientras Freud y Lacan condenaron al deseo femenino –ese "agujero negro”– a la incomprensión y explicación teórica, la ignorancia y el prejuicio se sostienen científicamente en nombre de preconcepciones rebasadas de nuestra condición de especie dividida: la única donde la especie está puesta en contra de sí misma según el género.

 

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