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Bill Gates ve a los populismos al estilo K como una amenaza

El fundador de Microsoft señaló que los populismos o nacionalismos son una amenaza para la ayuda que pueden recibir del primer mundo los pases subdesarrollados. Su receta: más libre comercio...
sábado, 29 de octubre de 2016 · 11:16
Para algunos el filántropo multimillonario más importante del mundo, para otros un comerciante oportunista que se dedica a cercar las libertades individuales en el espacio más democrático de la sociedad, la web; Bill Gates señaló que  los auges del nacionalismo y el populismo son una amenaza para erradicar la pobreza del planeta.
 
Gates sostiene que su objetivo sigue siendo eliminar la pobreza extrema hacia el año 2030. "No es un objetivo puramente numérico, es una aspiración. Podremos erradicar la mayor parte de la pobreza extrema", asegura el multimillonario. Destaca que, en la actualidad, "los niveles de pobreza en comida, nutrición u oportunidades educativas se están reduciendo drásticamente".

"La salud, incluida la alimentación, es muy importante, y el trabajo que hacemos en la agricultura, que consiste en aumentar la productividad en los países pobres de África, es fundamental", indica Gates. Además, advirtió que "con la inmigración y la globalización, hay trabajadores que creen que su situación mejoraría con menos libre comercio"

El magnate considera que el mayor problema sanitario mundial que aún hay que solucionar es el del virus del Sida (VIH): "seguimos sin tener una vacuna. Como el número de jóvenes en África está aumentando mucho, la tasa de contagio se incrementará".

Sobre los nacionalismos

Consultado acerca si los nacionalismos o pupulismos en países occidentales (al estilo del kirchnerismo en la Argentina) pueden ser una amenaza para la ayuda al desarrollo internacional, Gates aseguró "sí, totalmente".

Es necesario que haya un compromiso para que los países ricos muestren generosidad para ayudar a estos países pobres, que la humanidad trabaje junta  para resolver problemas. No está garantizado como una prioridad de los votantes, y si hay algunos recelos en ciertos países, incluido EE UU, es porque ha habido cambios sociales. Con la inmigración y la globalización hay trabajadores que creen que su situación mejoraría con menos libre comercio. Hay distintos elementos, y todos forman parte de la disyuntiva entre replegarse o abrazar el mundo. No es mayoritario, pero hay un sentimiento peligroso de gente que se repliega. Se supone que la democracia atiende esas preocupaciones para averiguar en qué parte son legítimas y educa a la gente en cuáles son buenas políticas. Por ejemplo, Reino Unido ha aumentado el presupuesto para la ayuda de forma importante, hasta un 0,7% de su PIB. Es algo increíble de lo que estar orgullosos. Aunque pocos países, como Suecia o Noruega, lo alcanzan, los Gobiernos europeos aspiran a llegar a ese nivel. Hay un consenso sobre que queremos solidaridad, de que queremos ayudar.

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