LIBERACIÓN ANIMAL

La extraña moda del perrito accesorio y la caca en la playa

Perros esclavos por la playa, la rambla, el centro y el parque. Objetos de proyecciones varias y depósitos de frustraciones emocionales. ¿Quién limpia la caquita de tu caniche toy?
martes, 31 de diciembre de 2013 · 10:51
NECOCHEA (Cuatro Vientos) - Mediaban los 90's cuando víctima de un menemismo galopante, Jazmín, el perrito más famoso de Susana Giménez aparecía en las revistas de espectáculos (hoy revistas de, DiarioNecochea dixit, culos) como una posesión más de la ex modelo, cuyas características le permitían entrar un vaso de tragos largos. "Tan pequeño como un trago de Cuba Libre", decía la nota y la graficaba con la foto de la mezcla de la imperialista Coca Cola y el tradicional ron nacional de Cuba, con un perrito traido de China especialmente para la platinada telefonista.

Literalmente, decía un amigo, la vida del perro valía más que nuestra propia vida, porque si el perro se moría, era un gran evento nacional y si uno mismo moría, no pasaba nada... y todo lo que eso en realidad significaba: desde la molestia de ver la innecesaria historia del perrito por todos lados hasta el hecho de tener que reconocer que una marca, marca perrito de Susana, era considerado (en el conjunto) más importante que la vida de uno mismo. De cualquier manera, al perro lo estaban comparándo con un vaso de tragos largos...

Década y media después, con el kirchnerismo decadente (Cristina no aparece ni por Twitter), ese primer encuentro con el periodismo imbécil y con la moda "perro objeto" o "perro marca", sigue igual de presente, no ha desaparecido ni es nacional y popular, sigue siendo importado, y sobre todo, absurdo. Y aunque no aparece en las revistas, parece seguir teniendo la misma importancia, ahora está en la calle. 

Ya un poco más alejados de las secciones de espectáculos que a fuerza de divas posicionaron la moda, los Caniche, Caniche Toy, Boston Terrier, Border Terrier, Bichón Habanero, Bichón Maltés, Carlino (el perro de Men in Black) y otros más, ahora son vistos en la playa, el parque, la rambla, el centro, masivamente, atado su destino a sus dueños, a metro y medio de ellos, como accesorios vivos del esnobismo generalizado. Son tratados literalmente como juguetes de la voluntad de sus dueños

El perrito conmigo en la calle, la playa, el quiosco, el ascensor, el departamento, la cama. El perrito agarrado a mi ego necesitando compañía en medio de la inevitable soledad a la que uno por propia voluntad se somete. El perrito entonces, accesorio, compañía banal y obejeto de proyecciones varias. La neurosis deviene del miedo al verdadero diálogo interno, así que hablar con el perrito, gritarle o darle caramelos, es relajante.

Y ahora todos somos Susana. ¡Oh, sí!

Usualmente la costumbre de tener un animal pequeño como mascota personal era principalmente de las clases más altas, de los poderosos, los famosos, cuyas extravagancias eran producto de las posibilidades económicas: reyes, millonarios y aristócratas  de todo el mundo y a lo largo de la historia han sabido mostrarse junto a pequeños animales, casi como enseñando a la pirámide social que la doctrina es posible si se disponen de los medios. La esclavitud es una cuestión de diferencia de acceso a los medios de producción, diría un marxista. Y el animal esclavo representaba una metáfora del hombre esclavo, cuya voluntad no le es propia... como la de un perro de esos. 

Dejando premisas intelectualoides de lado, el caso es que parece que ahora no es una cuestión de ricos nomás y que todos quieren tener uno. 

Sin emitir juicios señaladores, en Facebook discutían hace poco qué hacer con los desechos de animales en la arena y las ordenanzas municipales. Es tan desagradable encontrar bajo la arena un regalito de perro como un pañal de bebé a medio descomponer. Y si alguna vez pisaste mierda descalzo, sabés.

Alguno quizá se pregunte si la moda extranjera también es turista, es decir, que llega con la temporada desde Buenos Aires, o si, en cambio, la indolencia masiva para con los perros accesorios, producto de la programación mental mediática en sincretismo con una tradición aristocrática rancia, no es más visitante que local 

y los necochenses también adoran tener estos perritos susanescos, 
                                                                                                                 atados, 
                                                                                                                 a medio metro, 
                                                                                                                 esclavos emocionales.
 
Pero ese no sería el verdadero eje de la cuestión (aunque más de uno lo plantearía como central). El tema tiene que ver con la limpieza de lo que desechan los perros, la caquita. Sean quienes sean y cómo sean, los dueños de las mascotas deben hacerse cargo de los desechos, costumbre que en Necochea no parece estar muy arraigada, por no decir que estoy cansado de juntar soretes de perro de mi vereda
 
Turistas o locales los dueños, este no es un tema de locación y locatario, sino de educación de la gente: en Capital Federal resolvieron que cada dueño lleve una bolsa y junte los teresos.                    

Es una buena idea, ya que va a estar amarrado por la soguita dictadora, por lo menos hay que encargarse de limpiar lo que deja. 

Incluso hasta parece justo.
 
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