Parque vivo: Un predio lleno de retoños y árboles de reemplazo

NECOCHEA (Cuatro Vientos) - El parque Miguel Lillo, desde un punto de vista amplio, representa un organismo vivo en todo su conjunto. El ecosistema, que tuvo origen en la acción humana (el parque fue sembrado y es mantenido por autoridades estatales como parte del cuidado de los espacios públicos), de a poco comienza a volverse funcional dentro de su propia lógica.

Las 640 hectáreas del predio tiene un amplio trazado de caminos que permite, por un lado, el acceso de los vecinos a lugares alejados con el obvio desgaste ambiental que la actividad de recreación genera al medio.

El parque se está renovando constantemente, incluso luego de los incendios que hace varios años se comieron una buena porción de su superficie. Si bien hay intereses inmobiliarios tratando de lotear y vender grandes porciones del parque para el usufructo privado (Jardín de las Rocas y zona incendiada), la medida no goza de amplia popularidad y sus impulsores se basan en mitos y tergiversaciones para conseguir sus objetivos.

Cuatro Vientos realizó un corto recorrido por el Parque desde el Anfiteatro hasta la zona quemada y pudo desestimar al menos tres versiones que se han hecho rodar y se intentan implantar en la creencia popular. Estos mitos son:

El parque está en estado de abandono.

Recientemente pudieron verse cuadrillas de la municipalidad raleando y acumulando ramas en diferentes sectores del parque. Los raleos incluyen también la tala de algunos árboles muertos que siguen en pie, que representan un peligro para el resto de los ejemplares, pudiendo caer durante tormentas.

 

 

 

 

 

Por otro lado, pueden verse en las imágenes que la gente usa el predio de manera sostenida para ir a hacer ejercicio cualquier día y a cualquier hora.

 

Los retoños no "prenden"

Las fotos no mienten, tampoco la realidad de cada año. Los retoños pueden encontrarse a esta altura del año tanto al sol como a la sombra. La zona quemada, frente al Barrio Médanos, tiene algunos ejemplares que ya se han desarrollado bastante. La falta de presupuesto y voluntad política de gobiernos anteiores ha llevado incluso a que algunos vecinos planten por su cuenta pequeños retoños que sí han prendido, demostrando que lo que en realidad no se hace en el parque es porque no se quiere desde las autoridades.

 

 

 

En diálogo con Cuatro Vientos, especialistas y biólogos han confirmado en más de una ocasión que el problema radica en que hay una carencia de voluntad política. Martín López, biólogo local e investigador del CONICET explicó recientemente que el trabajo de replantado no debería encontrar ningún inconveniente y que, de hecho, los nutrientes de los árboles quemados asisten al crecimiento de nuevos retoños.

 

 

Es sabido que incluso los incendios son parte natural de una forestación como la de Necochea: literalmente los incendios ayudan al parque a mantenerse en su propio ciclo.

El parque está lleno de árboles viejos

En parte eso es una realidad, aunque el ciclo natural sigue su curso, de hecho, en la zona quemada, sin casi intervención de las autoridades, pueden verse algunos pinos creciendo lentamente, dandole de a poco otra forma a esa zona del predio (ya no un bosque tupido, sino más bien un parque con árboles intercalados entre espacios abiertos) que de cualquier manera son focos de crecimiento de nuevos sistemas biológicos.

 

 

En las últimas semanas el diario Local, Ecos Diarios publicó diferentes notas buscando influenciar a la opinión pública reflotando viejos proyectos e ideas de urbanización y privatización del parque, haciendo lobby con una idea que es ampliamente impopular en la ciudad e intentando generar lento concenso para beneficiar lo que terminaría siendo un negociado desvergonzado que beneficiaría a sus propios socios.

El movimiento generó amplio rechazo de los vecinos en la ciudad, que se volcaron a las redes sociales a negar la posibilidad.