Clausuraron el salón del Club Rivadavia: Negocios de Yunes y juego clandestino

jueves, 26 de julio de 2018 · 10:27

Esta semana se conoció la noticia de la clausura de dos salones de la sede céntrica del Club Rivadavia: uno por incumplimientos de su concesionario, Omar Yunes, y el otro porque se realizaban prácticas de juego ilegal, algo que es vox pópuli desde hace años en la ciudad.

En el contexto de la clausura y un fuerte conflicto interno (que incluso tiene al periodista local, Miguel Correa, denunciado en cuatro oportunidades por el faltante de cheques y documentación de la institución) el portal La Nueva Comuna señaló las aristas más relevantes del panorama del "decano" en la actualidad:

Juego ilegal, ocupas, robos, alcohol a mayores y a menores, dinero faltante, cheques desaparecidos, atentados, amenazas, policías, abogados y juicios por doquier. Parece el guión de una película de mafiosos pero no, es lo que ocurre realmente en el Club Rivadavia de nuestra ciudad.

Desde hace tiempo, el Club Rivadavia se ha convertido en territorio de disputa entre asociados comunes y una camarilla de fascinerosos que se pretenden dueños de la institución para llevar adelante actividades reñidas con la ley.

Con malas artes, un pequeño grupo escindido de una anterior Comisión Directiva, se autoadjudicó derechos que no les corresponde y comenzó a tomar decisiones per se. De esa gestión quedan como mal recuerdo el faltante de cheques, de dinero en efectivo y de libros oficiales de la institución.  

Amparados por ese grupo, aparecieron los problemas. Según se denunció ante la UFI local el pasado lunes 23 de julio, desde hace tiempo se observa la presencia de personas extrañas al Club, no socios, que realizan actividades también extrañas y que generan un clima no apto para los asociados y sus familias.

A quiénes realmente les importa el Club

A esa camarilla, poco o nada les importa el desarrollo de actividades deportivas, sociales o culturales. Generaciones de familias enteras, llevan desde siempre al Club Rivadavia en el corazón.

El Decano es el lugar de identidad social para los cientos y cientos de asociados. Cada día de la semana la pasión por las distintas disciplinas del deporte unen a padres e hijos, nietos y abuelos. Y ni que hablar cuando los fines de semana hay que defender los colores del Club en la propia sede o adonde haya que ir. Si lo sabrán las chicas y los chicos de basquet, de handball, de cestoball (se está desarrollando el Torneo Argentino por estos días), de futbol, sean de las inferiores o de primera.

Las fajas de clausura

En los últimos días, el Estado municipal tomó intervención directa y realizó una clausura de los espacios más cuestionados: el Salón Blanco de fiestas y la cantina.

Los salones de fiestas están literalmente ocupados por el cuestionado empresario Omar Yunes (alias "El Turco"). Vinculado desde hace tiempo con el club, Yunes hace valer un contrato de alquiler de ese sector del edificio donde se realizan las clásicas "bajadas" de egresados y fiestas especialmente contratadas.

Todos ya sabemos quién es "El Turco" Yunes y cómo es el modus operandi: estafas con tarjetas de créditos, personal a su cargo en negro, sin habilitación de ningún tipo y sin predisposición a abonar los impuestos correspondientes. Vale recordar el bizarro episodio que lo llevó varias veces a la cárcel por negarse a abonar una multa de SADAIC. En definitiva, Yunes es un mal pagador como ya hemos publicado en un informe anterior.

Según denuncian las autoridades del club, Yunes no paga la cuota de alquiler desde fines del año 2016. Semejante mora (cuyo desalojo se dirime en estrados judiciales) es a esta altura insostenible. Yunes arguye (en forma unilateral) que está eximido del pago de alquiler por haber aportado dinero para la realización del Torneo Mundial de Casín. Sobre este aporte, no hay constancia salvo la palabra del mismo grupo de fascinerosos que se apropió del club.

En épocas en que no se realizan las "bajadas", Yunes subalquila el salón (algo expresamente prohibido en el contrato de alquiler original) al empresario local Walter Gómez para la realización de fiestas y recitales de música tropical. De estos "subalquileres", al Club Rivadavia no le ingresa ni un centavo. Sin embargo, cabe preguntarse ¿Quién sería responsable en caso de algún incidente o siniestro, cuando todos los contratos son "truchos"? ¿Los empresarios "ocupas" o el Club Rivadavia?

La "cantina" está a cargo de otro de los miembros del grupo, Mariano Jorge Carbone (alias "El Gordo"). Sobre este personaje y el espacio que regentea están puestas todas las miradas. Ese lugar, según se denuncia, sería donde se realizan las actividades de juegos con apuestas de dinero (específicamente poker), claramente una actividad ilegal. Estas actividades se realizarían en horarios nocturnos o de poco tránsito, así como en otros espacios que actualmente se encuentran cerrados al público.

Esta semana se realizó una sorpresiva visita del área de Inspección de la Municipalidad de Necochea. Allí se comprobó que las instalaciones del Salòn Blanco y de la "cantina" no cuentan con el permiso de venta de bebidas alcohólicas (REBA) así como tampoco de los requerimientos necesarios para la habilitación comercial. Por estos motivos, se procedió a la clausura de los mencionados sectores.

En la Justicia

Como sino tuviera trabajo, la Justicia necochense se tiene que ocupar de resolver estas situaciones enredadas. Este medio supo que hay al menos cuatro denuncias penales de distinto tenor entre los miembros del Club y la camarilla cuestionada.

Incluso, se realizó una denuncia ante la Inspección General de Justicia, órgano encargado de fiscalizar a las organizaciones no gubernamentales, sociales y deportivas como es el caso. La intervención la llevará adelante (luego de la feria judicial) un abogado designado en acuerdo entre la IGJ y la Municipalidad local. El Dr. Patricio García de Arriba tiene atribuciones de regularización administrativa y de convocar a nuevas elecciones de Comisión Directiva, pero deberá actuar con pies de plomo para intentar poner en orden este desmadre.

La gota que colmó el vaso

La última presidenta electa del Club, Marisol Birge, efectuó días pasados una grave denuncia en la UFI de avenida 79: fuera de los horarios de actividades deportivas, cuando quedan pocas personas en las instalaciones, se abre el mundo de lo prohibido.

Birge denunció que por las noches y presuntamente durante los fines de semana, la mencionada camarilla junto a personas ajenas a la institución realizan actividades de juego clandestino con venta de alcohol sin autorización, en distintos espacios del Club.

Por esta denuncia, la joven dirigente sufre amenazas diariamente, así como un repudiable atentado en la puerta de su casa. Amparados por la oscuridad de la noche, desconocidos arremetieron contra su camioneta que apareció con baldazos de pintura sintética negra, en clara señal intimidatoria por haber denunciado a la Mafia.

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