Denuncian la realización de una fiesta electrónica clandestina dentro del parque Miguel Lillo

lunes, 20 de enero de 2020 · 13:20

Con la llegada de miles de turistas de manera masiva a la ciudad y la incapacidad del Estado Municipal de mantener controles en todo el territorio del distrito, la presentación de situaciones irregulares es una constante que se visibiliza mayormente en el caos vehicular y las infracciones sobre los espacios comunes como la playa y el parque.

En la tarde del sábado la fiscal Verónica Posse (UFI 20) escribió un posteo en el grupo de Facebook Libro de Quejas para la Municipalidad de Necochea en el que señalaba con dos fotos una situación que presenció en persona: una auténtica fiesta de música electrónica entre los árboles y médanos del Parque Miguel Lillo, a pocos metros del antiguo molino eólico.

"Hoy a las 8.30 de la mañana a pocos metros del molino (km 5 del sendero del parque) había una fiesta electrónica, luego esta gente salió en sus autos por los senderos donde íbamos corriendo no en las mejores condiciones y quiero imaginar que limpiaron todo el lugar que ocuparon con sus autos y gacebos", señaló la fiscal, que periodicamente pasa por el lugar como parte de su entrenamiento físico.

"Debería haber algún tipo de control en la zona del parque hasta los molinos eólicos donde los autos y camionetas no respetan a nadie, hoy un auto blanco casi nos atropella y dos íbamos en bici", reclamó la funcionaria judicial.

"También van día domingos seguidos que observamos gente acampando a un kilómetro del sendero saludable que sale de 10 y 97, un peligro para nuestro parque y seguridad", indicó.

Si bien la Comuna está impulsando algunos controles de tránsito en puntos aleatorios de la ciudad (recientemente hubo un operativo vistoso frente al Hogar Raimondi a la altura de la nueva bajada de camionetas a la arena), la magnitud del descontrol es notoria, sobre todo en temporada y en la Villa Balnearia, donde abundan vehículos aparcados en cualquier espacio sin importar si está habilitado o no, como el caso de un lateral del Lago de los Cisnes o dentro mismo del Parque Miguel Lillo con estacionamiento a dos manos en calles angostas.

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