Debate sobre los contagios y las fiestas clandestinas: ¿La culpa es de los "jóvenes irresponsables"?

viernes, 8 de enero de 2021 · 11:21

La constante desarticulación de fiestas clandestinas en todo el país puso sobre la mesa un debate acerca de la "irresponsabilidad" de los jóvenes por no cumplir con las medidas preventivas de distanciamiento social, propiciando un eventual pico de contagios que se dio con el inicio de la temporada de verano y el movimiento de turistas. 

El profesor Alejandro Andersen presentó su visión al respecto de ese señalamiento en un texto compartido en las redes sociales:

En estos días vuelve a escucharse en los medios y en la cloaca de las redes sociales hablar con extrema ligereza de "la irresponsabilidad de los jóvenes" para explicar la escalada pandémica, seguido, naturalmente, de exigencias punitivas para con ellos. A la náusea espontanea que esas actitudes me provocan se me unen la pena y una enorme vergüenza generacional.

Estos “jóvenes irresponsables”, culpables de las siete plagas coronavíricas, han visto a sus padres humillados porque no podían pagar la universidad, o a sus hermanos mayores que tuvieron que volver a vivir a la casa de sus padres (o nunca lograron irse), o a algún primo que ronda los treinta y deambula entre el desempleo y la precarización. Una generación para la que terminar la educación secundaria equivale a enfrentarse al abismo de la incertidumbre; porque son jóvenes, no idiotas, entonces saben perfectamente que el mercado laboral no tiene lugar para ellos. A ver quién le dice, a una generación que ha sido sometida a todos estos terrores, que le tenga miedo a un virus.

También son muy conscientes, estos “jóvenes irresponsables”, de que una de las razones que los llevaron hasta esta distopía que les estamos haciendo sufrir es la irresponsabilidad de las generaciones mayores, hoy en el poder, que desoyeron décadas de advertencias científicas sobre el cambio climático. Porque el virus no es un fenómeno exclusivamente natural como puede ser un terremoto o la caída de un meteorito; el coronavirus es la consecuencia de la actividad humana, más precisamente del modo de producción capitalista y la globalización neoliberal.

Las viejas generaciones que propiciamos todos los horrores enumerados no tenemos derecho a llamar irresponsable a nadie, y menos a los jóvenes, a los que ya les habíamos confinado el futuro y ahora queremos confinarles el presente. ¿Acaso no recuerdan, con esa cara de nueces arrugadas, que un mes en la vida amorosa de un adolescente es más intenso que muchos matrimonios cincuentenarios? Les jóvenes, les adolescentes,  están haciendo un esfuerzo mayor por contenerse que los niños o los adultos. Los niños porque todavía se acurrucan al calor de sus madres y padres, y los adultos porque siempre es un respiro no verle la cara al jefe. Pero no hay guita ni razones que puedan comprar un solo día de adolescencia.

Antes del desencadenamiento de la pandemia, esta juventud fue el blanco de los placeres inquisidores por parte de jovatos amargados y notoriamente frustrados ante un hermoso invento autocelebratorio de esta generación conocido como UPD. Fecha en que les adolescentes se entregan a la dionisiaca despedida de sus años más maravillosos, para luego ingresar de prepo al mundo sobrecargado de obstáculos que nosotros les estamos dejando. Pero en la edición 2020 (al menos en Necochea) tampoco pudieron disfrutar del UPD, pues se descargó sobre ellos todo el poder de policía de la Municipalidad y de la propia bonaerense, azuzados por viejos que se escandalizan porque “dejan la plaza toda sucia”, los mismos viejos que en sus años adolescentes no ensuciaban ninguna plaza porque se iban de putas en un rito iniciático en la reproducción del patriarcado.

Volviendo a la pandemia, su carácter inédito y la notable ausencia de soluciones eficientes por parte de las dirigencias del mundo todo, nos ponen en una situación que pocas veces se produjo en la historia de la humanidad, y consiste en que la respuesta al problema no puede buscarse en el pasado, es decir que en éste caso la memoria no nos sirve como marco de referencia donde apoyarnos para actuar en el presente. Así que nadie está en condiciones de decirle a un joven cosas como: “yo la viví pibe, no me la contaron”.

Cuando las preguntas que circulan son por el futuro (¿cómo seguirá esto?) y no es posible recurrir a la memoria, la centralidad pasa a ser ocupada por la imaginación. El covid19 viene a mostrarnos que, en algunas ocasiones, la imaginación es tan importante como la memoria para la construcción de una subjetividad comunitaria que coadyuve a resolver los problemas desde perspectivas igualitarias y, por qué no, libertarias. Incluso tanto la memoria como la imaginación activan el mismo sector del hipotálamo, por eso a veces recordamos el futuro o imaginamos el pasado.

¿Y quiénes, sino los jóvenes, están en mejores condiciones para ejercer la imaginación?. Los jóvenes de hoy, que nacieron en los alrededores del año 2000 ya han dado señales notables de que son mejores que nosotros. La generación actual, por ejemplo, tiene plena conciencia de la problemática ambiental; la generación actual, además, aporta como nunca antes una importante porción de varones que abrazan la causa feminista y están dispuestos a derribar de una buena vez la institución del patriarcado.

Lo que tenemos que hacer ante los jóvenes es arrodillarnos, pedir perdón y rogarles que nos concedan la oportunidad de intentarlo por última vez, mientras juntos buscamos el laberinto por el que abrirles paso hacia el relevo generacional, que hoy está cerrado. Mientras, que nadie se atreva a hablar de jóvenes irresponsables, ya que junto a los adultos mayores, están siendo las grandes víctimas de esta pandemia. No nos escandalicemos, entonces, si no aceptan nuestros consejos irresponsables, más bien tratemos de emularlos para poder disfrutar de amigues y amores, mientras nos cuidamos entre todes.

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