3500 PERSONAS EN AISLAMIENTO

Seguimiento de pacientes CoVID19: La cobertura no alcanza ni al 20% de los casos

lunes, 14 de junio de 2021 · 23:47

El seguimiento de casos de CoVID19 positivos en Necochea está reflejando serias fallas que encienden una preocupación que por un lado se mantiene a tono con el clima general de desmanejo en el área de salud que muestra la Comuna en los últimos meses y, por el otro, configuran la base misma de la prolongación de la pandemia en la ciudad, que solo en junio ya lleva 18 decesos, con picos de hasta 4 fallecidos en un día.

Sucede que, a pesar de la carpa de campaña que instaló la Cruz Roja y el conveniente informe positivo que emitió en las últimas horas, la Comuna no brinda seguimiento a la enorme mayoría de los casos positivos, una promesa que hizo el Ejecutivo ante la aparición de los primeros contagios y que resulta fundamental para prevenir situaciones que se desencadenan en muertes repentinas por no recibir la asistencia adecuada.

Aunque hace un par de semanas el propio intendente municipal  Arturo Rojas anunció una campaña de testeos rápidos para cortar la cadena de contagios, el posterior seguimiento de los casos contagiados, fundamental no sólo para el tratamiento de los pacientes sino para el contener el avance del virus, se reduce a un pequeño "call center" de voluntarios que limitan la atención al envío de un cuestionario con una autoevaluación cuyos datos tienen destino desconocido.

Cuando comenzaron las restricciones por la pandemia en el distrito, la Comuna anunció en conferencia de prensa un acuerdo con la UNICEN para recabar datos y anunció el lanzamiento de una aplicación de celular que nunca terminó de implementarse. A más de un año del anuncio, el proceso que se esperaba de la aplicación terminó siendo el envío de una plantilla de Google Docs a través de un número de WhatsApp por el que los voluntarios reciben el feedback de los pacientes.

Con sus propios teléfonos los voluntarios realizan un "seguimiento" que sólo abarca a personas mayores de 45 años que hayan dado positivo en el test y tengan enfermedades preexistentes. Los datos no se centralizan ni quedan debidamente registrados y la comunicación entre las diferentes dependencias que hacen los seguimientos es nula: la compartimentación de los datos ayuda a controlar las estadísticas para los informes de la Comuna pero poco hacen para darle asistencia real a miles de personas que cursan el aislamiento en sus casas sin obtener cobertura del estado municipal en la inmesa mayoría de los casos.

Para el los menores de 45 años (más del 60% de los casos positivos detectados) se brinda un número de teléfono con el que se pueden comunicar si tienen alguna duda o consulta. Y de los mayores de 45, sólo reciben atención más específica un puñado de ellos con enfermedades preexistentes. Compilando esos datos, menos del 20% de los casos detectados obtienen un seguimiento de la Comuna.

El proceso de seguimiento finaliza de manera automática a los 10 días con la declaración del "alta" de los pacientes sin mediar ninguna clase de revisación, reduciendo el procedimiento a un acto burocrático. Además, los certificados para los pacientes de alta deben ser solicitados y no existe un registro de las altas más que para una cuestión estadística.

Los propios voluntarios lo reconocen: "No hay respuesta del municipio ni de la Secretaría de Salud que pueda organizar esto de mejor manera: lo hacemos algunos voluntarios que nos ofrecimos a hacerlo y es 'tómalo o déjalo'", se lamentan a la hora de explicar a los pacientes la situación. "Es un grupo de voluntarios que no está muy organizado desde la Secretaría de Salud", admiten los propios voluntarios a los pacientes, "hay muchos pacientes y los que hacemos seguimiento somos 10 o 15 personas".

Donaciones y voluntarios

El seguimiento defectuoso de los casos positivos puede responder en cierta medida a los protocolos implementados por la Comuna desde una perspectiva irreal: desde el día del anuncio de los primeros contagios se hizo evidente que la promesa de seguir diariamente a cada caso positivo era más para llevar tranquilidad a la población y proyectar eficiencia que una gestión realizable. Hoy en día, con más de 3600 personas en aislamiento, el puñado de 15 voluntarios debería estar realizando una media diaria de 230 llamadas para dar la cobertura anunciada.

Es que el seguimiento depende de los voluntarios, tanto de la UNICEN como de la Cruz Roja, y la organización está a cargo de la Secretaría de Salud. Como la Comuna ha escatimado fuerte en recursos a pesar de la pandemia (algo que el oficialismo ha presentado como un mérito por haber gastado menos de lo presupuestado) falta personal para atender la crisis, no hay médicos en el Hospital Modular y el seguimiento de los pacientes muchas veces depende de la buena voluntad que ponga el voluntario sobre el consultante, casi como si la cosa se arreglara con favores personales.

Sucede que el recorte de gastos parece haber sido posible gracias a una combinación del aporte solidario de numerosas donaciones a la Comuna, desde los barbijos confeccionados por la ONG "No Estás Solo" hasta las luminarias pagadas por los frentistas o desde los  miles de litros de combustible del Consorcio de Gestión de Puerto Quequén a las camas donadas por la cooperadora del hospital: todo ahorro de la Comuna sirvió para presentar cuentas "prolijas" a costa del sacrificio muchas veces obligado de la población.

La completa desinversión en medio de la crisis de salud llegó al nivel en el que hay un hospital modular recién inaugurado, pero que no tiene personal médico disponible, y decantó en la realización de una colecta para conseguir insumos básicos como gasas y algodón por detectarse algunos faltantes.

El mérito del superávit presupuestario presentado por la gestión Rojas el viernes pasado en el HCD fue a costa de las donaciones, de la falta de gasto en áreas que evidentemente lo necesitan y por el aporte de instituciones que aportaron un voluntariado que hace lo que puede con lo poco que tiene y no todo lo que se hubiera precisado realmente.

Cuestión estadística

En medio de ese caos, los datos recabados en las encuestas ni siquiera se centralizan: la Comuna se limita a elevar o descender el número de casos activos según el paso de los días y da tratamiento administrativo a los datos. El registro de las encuestas no se documenta, aunque se espera que los certificados de alta puedan comenzar a emitirse cuando se vuelva a la presencialidad en las escuelas, por una cuestión de ordenamiento que estará por verse.

La idea del seguimiento es tratar de detectar a pacientes de riesgo que puedan terminar en el hospital y por eso se sigue a los casos de mayor edad, sin embargo, los defectos evidentes del sistema utilizado están mostrando casos de personas que comenzaron a morir en sus casas sin recibir la atención adecuada, como el caso reciente de Mario Palmieri en el barrio portuario. Aquella semana la policía informó de tres decesos en diferentes domicilios de personas de las que se desconoce si padecía el virus por falta de registros.

El panorama podría empeorar con el correr de los días, sobre todo teniendo en cuenta que el rango etario de los nuevos fallecidos por CoVID en el distrito ha bajado y actualmente menores de 45 años que parecían transitar la enfermedad sin inconvenientes fallecieron repentinamente, producto (en parte, vale decir) de una desatención de la Secretaría de Salud que, además de encontrarse con un sistema sanitario agotado y saturado, ha reducido su tarea más a una labor burocrática de manejo de estadísticas y números con fines políticos que a una atención concienzuda del problema.

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