
La industria pesquera argentina atraviesa una de las peores crisis de su historia. Nueve cámaras empresariales del sector advirtieron que numerosas compañías están al borde de la quiebra, en medio de una tormenta perfecta que combina altos costos operativos, una fuerte caída en las exportaciones de langostino y un marco laboral desactualizado que ya no responde a la realidad productiva del país.
Desde marzo de 2025, el inicio oficial de la temporada de captura de langostino, los barcos permanecen amarrados en los puertos sin salir a faenar. La razón: la actividad dejó de ser rentable, y salir a pescar significa pérdidas millonarias.
“La combinación de altos costos de producción y la distorsión en los acuerdos sindicales ha llevado a un escenario de quebranto inminente para numerosas empresas del sector”, expresaron las cámaras en un comunicado conjunto.
Entre los principales reclamos al Gobierno de Javier Milei y a los sindicatos, el sector pesquero exige la creación de una mesa de diálogo multisectorial que permita revisar convenios laborales y promover condiciones que impulsen el empleo y la competitividad, sin resignar derechos ni comprometer la sustentabilidad ambiental.
La advertencia de las cámaras empresariales no es nueva. Desde hace meses, la pesca argentina viene pidiendo medidas urgentes para revertir una situación que consideran crítica y estructural. Las causas más relevantes incluyen:
Caída en la demanda internacional de langostino, especialmente en mercados clave como España y China.
Tipo de cambio desfavorable, que reduce la rentabilidad de las exportaciones.
Precios internacionales en baja para los principales productos del mar.
Presión fiscal asfixiante que afecta la competitividad.
Convenios laborales obsoletos, que incrementan significativamente los costos.
La industria pesquera en Argentina ocupa un rol clave en la matriz exportadora nacional. En 2024, fue el quinto sector exportador del país, con ventas al exterior por 1.981 millones de dólares. De ese total, unos 600 millones provinieron de exportaciones de langostino, el producto estrella del mar argentino.
El sector emplea de forma directa a 46.000 trabajadores y genera otros 100.000 empleos indirectos, incluyendo procesamiento, logística, comercio exterior y servicios conexos. Además, involucra a empresas con capitales argentinos, españoles, chinos y de otros orígenes, lo que refleja su dimensión global y estratégica.
Uno de los factores que más golpea hoy a la industria es la fortaleza del peso argentino, que ha restado competitividad a las exportaciones pesqueras, un fenómeno que afecta a casi toda la industria manufacturera nacional. Esta situación, combinada con precios internacionales a la baja y un esquema de retenciones aún vigente, dificulta la supervivencia de empresas que operan en márgenes cada vez más estrechos.
Las cámaras empresariales insisten en la necesidad de políticas públicas activas que acompañen la vocación productiva y exportadora del sector.
“Sin políticas que acompañen esta vocación productiva y exportadora, el sector se encamina hacia una crisis sin precedentes”, advirtieron.
El reclamo central gira en torno a la revisión de los convenios colectivos de trabajo, para adecuarlos al contexto actual sin desproteger a los trabajadores. También demandan incentivos fiscales, financiamiento para capital de trabajo y líneas de crédito para modernizar la flota y mejorar la productividad.