
Mientras el Gobierno argentino presenta con entusiasmo el llamado Plan de Reparación Histórica de los Ahorros de los Argentinos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) encendió una señal de alerta. Desde Washington, advirtieron que el nuevo esquema de blanqueo de capitales podría colisionar con las normas internacionales contra el lavado de dinero y la financiación del terrorismo.
La advertencia llegó este jueves de la mano de Julie Kozack, vocera oficial del FMI, quien, en su tradicional rueda de prensa semanal, fue consultada específicamente por el anuncio argentino. Con tono diplomático pero firme, Kozack sostuvo que el organismo “sigue muy de cerca los acontecimientos” y que evaluará en detalle la medida “a su debido tiempo”. Sin embargo, remarcó un punto clave: “Argentina se comprometió a alinear su marco antilavado con los estándares internacionales”.
La vocera fue categórica al sostener que “cualquier nueva medida, incluso aquellas orientadas a incentivar la declaración de activos no registrados, debe ser coherente con estos compromisos asumidos”. En círculos económicos y diplomáticos, la frase fue leída como una advertencia directa al Ejecutivo de Javier Milei.
Lo curioso es que estas declaraciones ocurrieron apenas minutos antes de que el vocero presidencial, Manuel Adorni, y el ministro de Economía, Luis Caputo, oficializaran el anuncio del blanqueo desde Casa Rosada. Allí, lo presentaron como un paso hacia la “reparación del daño histórico causado por el Estado a los ahorristas argentinos”, en línea con el discurso libertario que busca reducir la intervención estatal.
Más allá de las expresiones públicas, los documentos oficiales del FMI son aún más explícitos. El staff level agreement firmado en abril entre el Gobierno argentino y el Fondo establece que uno de los pilares fundamentales de la reforma económica es justamente el fortalecimiento del sistema de prevención del lavado de dinero y del financiamiento ilícito.
El mismo acuerdo resalta la necesidad de tomar “acciones concretas para mitigar los riesgos transfronterizos” y exige que Argentina publique informes con avances en la materia.
En su portal oficial, el FMI advierte sobre las consecuencias negativas de blanqueos de capitales mal diseñados: “pueden incentivar flujos de dinero especulativo desestabilizador, causar crisis bancarias, generar ineficiencia en la recaudación fiscal, fomentar debilidades en la gobernanza y provocar pérdida de vínculos con el sistema financiero internacional”.
Aunque el Fondo Monetario continúa valorando ciertos aspectos del rumbo económico del Gobierno de Javier Milei —como la reducción del déficit fiscal y la estabilización macroeconómica—, la reciente advertencia revela fisuras en la relación. En otras palabras, los organismos que el Presidente argentino suele citar como respaldo, ahora también expresan reparos ante medidas que podrían comprometer el cumplimiento de compromisos internacionales.
Este cruce con el FMI suma una nueva dimensión al debate sobre el blanqueo: no sólo se trata de una discusión interna sobre si beneficia o no a los contribuyentes cumplidores, sino de una cuestión geopolítica y de credibilidad internacional.