14/06/2025 - Edición Nº185

Argentina

"Justicia es otra cosa": Texto viral para los que se alegraron y los que se entristecieron con la condena a CFK

11/06/2025 09:13 |



Una breve reflexión del autor Carlos Aletto gana difusión a través de las redes sociales a propósito de la reciente confirmación de la condena a Cristina Fernández de Kirchner a 6 años de prisión por la polémica causa de las rutas en Santa Cruz. 

Aletto señala que "la justicia no se puede construir con prejuicios ni con deseos de revancha" y que lo que hay hoy en día como justicia "es apenas otra forma de la política". Este es el texto completo:

Para los que se alegran y para los que se entristecen:

La condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos a Cristina Fernández de Kirchner desató, una vez más, una grieta emocional que atraviesa a la sociedad argentina. Hay quienes celebran como si finalmente se hubiese hecho justicia. Y hay quienes lo viven como una tragedia política. Pero detrás de esos sentimientos —la alegría o la tristeza— no parece haber certezas judiciales, sino banderas ideológicas.

Para los que hoy festejan, la escena es clara: la líder del kirchnerismo, símbolo del poder peronista de las últimas décadas, finalmente fue condenada. Esos sectores —en su mayoría ligados a la derecha, al macrismo, al liberalismo, al antiperonismo más duro— no necesitan pruebas para confirmar su convicción. Les alcanza con creer que “tenía que saber”, que “algo hizo”, que “la jefa no podía ser ajena”.

Del otro lado, los que hoy se entristecen recuerdan una época distinta. Para muchos sectores populares, trabajadores, minorías históricamente postergadas, el kirchnerismo representó una década de inclusión, mejoras sociales y presencia del Estado. Fue durante el período que se conoce como “la década ganada” —desde el gobierno de Néstor Kirchner en 2003 hasta el segundo mandato de Cristina en 2015— que muchos sintieron que el país les hablaba por primera vez.

Hoy, esa mitad del país ve con preocupación que no hay pruebas firmes que justifiquen una condena de esta magnitud. No hay llamadas, no hay mensajes, no hay documentos que vinculen directamente a Cristina con los hechos de corrupción que se le imputan. La causa conocida como "Vialidad" se basa, sobre todo, en una construcción de sentido: que por haber sido presidenta, debió saber. Y en esa idea se asienta la condena. No en evidencias irrefutables.

En este juicio, a diferencia de lo que indica el principio jurídico del “in dubio pro reo” (ante la duda, se favorece al acusado), la sospecha fue suficiente. La carga de la prueba no pareció estar del lado de la fiscalía. Lo que muchos advierten —y no sin razón— es que la política pesó más que la justicia.

Y si vamos a hablar de justicia, conviene decirlo sin rodeos: la justicia argentina está profundamente cuestionada. No solo por su accionar frente al kirchnerismo, sino por su doble vara. Casos como el del Correo Argentino, los parques eólicos o las estafas con criptomonedas parecen quedar en la penumbra si los involucrados tienen cierta cercanía con el poder económico o mediático.

La desconfianza es tal que todos, en algún momento, sentimos que la justicia no nos representa. No hace falta ser expresidenta: cualquiera que haya pasado por un trámite judicial sabe que lo justo y lo legal no siempre van de la mano.

Y a veces, incluso, nos equivocamos. A nivel personal, uno puede dar por hecho algo, señalar a un culpable, y después descubrir que se trataba de un error. Me pasó en mi casa: acusamos a un familiar de haber robado dinero porque todas las pistas apuntaban a él. Dos años después, el dinero apareció escondido en un libro. El daño ya estaba hecho. La sospecha, una vez sembrada, es difícil de desarraigar.

Por eso, para los que hoy se alegran y para los que se entristecen, vale recordar que la justicia no se puede construir con prejuicios ni con deseos de revancha. La justicia es otra cosa: es prueba, es evidencia, es equilibrio. Y si no lo es, no estamos celebrando una condena, sino una victoria ideológica.

Y eso, al fin de cuentas, no es justicia. Es apenas otra forma de la política.