
En un país atravesado por una profunda crisis económica, con salarios reales en retroceso, consumo en caída y fuerte ajuste fiscal, las vacaciones de invierno 2025 dejaron cifras que evidencian el impacto del contexto: viajaron 4,3 millones de turistas, un 10,9% menos que en 2024, según datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
A pesar de la caída en volumen, el impacto económico total alcanzó los $1,5 billones (US$ 1.163 millones), impulsado por un gasto promedio diario de $89.236 por persona. La cifra, sin embargo, pierde fuerza al analizarse en precios constantes: se trata de un 11,2% menos que el año pasado, descontando la inflación.
En un escenario donde viajar al exterior es prohibitivo para la mayoría y los ingresos se ven cada vez más erosionados, el turismo nacional se sostuvo gracias al desdoblamiento del calendario escolar y a las promociones de último momento. Pero las cifras no dejan lugar a dudas: el argentino promedio viajó menos días, más cerca y con menos plata en el bolsillo.
La estadía media bajó a 3,9 días, frente a los 4,1 de 2024 y los 4,5 de 2023. Aun así, el gasto promedio por día mostró un aumento del 4,8% real frente al año anterior, reflejando que, aunque viajan menos, quienes lo hacen aún están dispuestos a consumir… dentro de lo posible.
La provincia de Buenos Aires fue uno de los destinos más elegidos por su cercanía, diversidad de propuestas y costos moderados. Sin embargo, la temporada fue moderada, según CAME, con ocupación hotelera inferior al invierno pasado y menor presencia de turistas internacionales, afectados también por el tipo de cambio menos competitivo.
En Mar del Plata, la temporada arrancó con niveles de ocupación del 30%, alcanzando picos del 60% solo en fines de semana. Pinamar, Villa Gesell y Necochea registraron un flujo turístico aceptable, aunque limitado, y sostenido sobre todo por familias de clase media que optaron por estadías breves.
Por su parte, el interior bonaerense ofreció mejores resultados gracias a propuestas más tranquilas, accesibles y en contacto con la naturaleza. Tandil, Sierra de la Ventana, San Antonio de Areco y las rutas del vino lograron niveles de ocupación aceptables, en especial en cabañas, hospedajes rurales y alojamientos no tradicionales, que suelen ser más económicos.
Entre las opciones más elegidas dentro del “turismo de cercanía” aparece Chascomús, que se consolidó como un destino para escapadas breves. La ciudad tuvo una ocupación promedio del 49%, con estadías de 3 días y 2 noches, y un gasto diario estimado en $103.000 por persona.
Este tipo de viajes, de bajo costo y corta duración, se convirtieron en la única opción viable para las familias, que resignaron vacaciones extensas y apostaron por fines de semana fuera de casa para cortar con la rutina en medio de la incertidumbre económica.