La ropa es un signo distintivo de cada persona, ajustada a su personalidad. Si bien, en su mayoría, las prendas se eligen casi sin pensar y por comodidad, lo que se guarda en el placard suele decir mucho de uno mismo. Más aún, los colores que solemos usar.
Sobre esto habla la Psicología del Color, que estudia cómo se ajusta a cada personalidad del color que asignamos a nuestras prendas o cualquier otro elemento de nuestra pertenencia.
Los colores pueden ser indicativos de un estado de ánimo, una forma de pensar, de percibir la vida o de tomar determinadas decisiones.
En los últimos años, algunas de estas investigaciones fueron un paso más allá y se preguntaron si los colores preferidos por una persona pueden relacionarse con rasgos de su personalidad. En ese marco, el gris suele asociarse con distancia emocional, formalidad extrema o una actitud poco expresiva; y hay quienes van más lejos y lo conectan con rasgos manipuladores o con la “maldad”.
Pero lo cierto es que la evidencia científica apunta a otra cosa. Es que, si bien los colores tienen efectos emocionales y de percepción, tanto en quienes los ven como en quienes los usan, no hay ninguna prueba concluyente de que se vinculen con rasgos morales o éticos.
Lo que sí puede establecerse son relaciones entre las preferencias de color de una persona y los patrones psicológicos más generales, como la introversión, la necesidad de tener todo bajo control o la sensibilidad emocional.
Un estudio clave sobre la relación entre la indumentaria y el comportamiento
En 2022, las investigadoras Juliet Jue, de la Universidad Cibernética de Hanyang, y Jung Hee Ha, de la Universidad de Hanyang, publicaron en la revista Frontiers in Psychology un trabajo titulado “Explorando las relaciones entre la personalidad y las preferencias de color”.
Del estudio participaron 854 adultos en Corea del Sur. Se evaluaron sus preferencias cromáticas y se establecieron relaciones con los cinco grandes factores de personalidad, que juntos son conocidos como el Big Five: apertura a la experiencia, responsabilidad, extraversión, amabilidad y neuroticismo (o inestabilidad emocional).
Por ejemplo, las personas con altos niveles de neuroticismo fueron más propensas a evitar colores brillantes y a inclinarse por tonos más apagados, mientras que los más extrovertidos tendieron a elegir colores cálidos e intensos.