02/12/2025 - Edición Nº356

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Científicos investigan el comportamiento del tiburón gatopardo en la costa bonaerense

28/10/2025 09:42 |



Un equipo de investigadores argentinos y uruguayos lleva adelante una campaña científica sin precedentes en la costa bonaerense para estudiar el comportamiento y las rutas migratorias del tiburón gatopardo (Notorynchus cepedianus), una de las especies más emblemáticas —y misteriosas— del Atlántico Sur.
El objetivo: recolectar información clave para su conservación y la de otros grandes tiburones que habitan la región.

El proyecto, liderado por Andrés Jaureguizar, investigador de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) e integrante del grupo Ecosistemas Costeros del Sudoeste Bonaerense de la Universidad Provincial del Sudoeste (UPSO), avanza con importantes hallazgos.

Durante octubre, el equipo marcó 26 ejemplares y colocó cuatro dispositivos satelitales que registran desplazamientos, profundidad, temperatura y condiciones ambientales de cada tiburón.
El Cabo San Antonio, en San Clemente del Tuyú, fue identificado como un área de cría única en el mundo: allí abundan los ejemplares recién nacidos en un entorno de aguas turbias y descargas fluviales que brindan protección y alimento.

“Es literalmente el jardín de infantes del tiburón gatopardo”, explican los investigadores, que observan cómo las crías se desarrollan en este hábitat costero antes de migrar hacia zonas más profundas.

Una especie singular del Atlántico Sur

El tiburón gatopardo, uno de los dos únicos tiburones del planeta con siete branquias, puede alcanzar hasta tres metros de longitud. Su presencia se extiende desde Punta Rasa hasta Bahía San Blas, en el litoral bonaerense.
Su comportamiento migratorio, aún poco conocido, es clave para comprender la dinámica ecológica del Atlántico Sur.

Además del gatopardo, el equipo científico estudia otras especies de gran tamaño como el escalandrún, el bacota y el cazón, con el fin de elaborar mapas de distribución y diseñar estrategias de protección frente a la pesca y la pérdida de hábitat.

Depredadores tope y equilibrio marino

“Estos tiburones son depredadores tope que regulan la cantidad y la salud de otras especies marinas. Si desaparecen, se desequilibra todo el ecosistema”, advierte Jaureguizar.
La desaparición de estos ejemplares tendría un impacto directo en la biodiversidad y en la cadena alimentaria de los mares del sur.

El tiburón bacota, por ejemplo, habita en aguas marinas, salobres e incluso dulces, desde Argentina hasta el Caribe, y se alimenta de peces, cefalópodos e incluso otros tiburones.
En tanto, el cazón —presente en todos los océanos del mundo— enfrenta una disminución crítica de su población global y está catalogado como especie en peligro de extinción.

El pez guitarra, otro aliado del equilibrio ecológico

El grupo también incluye en su estudio al pez guitarra, otra especie amenazada que cumple una función ecológica esencial: remover el fondo marino, airear los sedimentos y facilitar la alimentación de otros organismos.

“Es como un rastrillo natural que mantiene el hábitat en equilibrio”, describe Jaureguizar.

El conocimiento sobre estas especies resulta crucial para impulsar políticas de conservación marina y promover un uso sostenible de los recursos pesqueros en el Atlántico Sur.

Ciencia y conservación a largo plazo

La campaña forma parte de una línea de investigación de largo plazo sobre los grandes tiburones del Atlántico Sur, que también analiza el impacto del cambio climático y la presión de la pesca artesanal y deportiva sobre las especies costeras.

La iniciativa cuenta con el apoyo de la Fundación Temaikèn, la Fundación Blue Marine, Mar Azul Uruguayo y AquaMarina.
En diciembre, el proyecto tendrá una segunda etapa en la Patagonia, en colaboración con el Proyecto Patagonia Azul, con el objetivo de ampliar el monitoreo hacia el sur del país.

Conservación marina

El estudio del tiburón gatopardo representa mucho más que una investigación biológica.
Es una acción concreta de conservación, que busca proteger a los depredadores tope y preservar el equilibrio natural de los ecosistemas marinos argentinos.
Cada marca satelital, cada registro de movimiento, suma un dato que puede definir el futuro de una especie clave del Atlántico Sur.

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