Argentinos se hicieron millonarios vendiendo empanadas en París

NECOCHEA (Cuatro Vientos) - Enrique Zanoni y Gastón Stivelmaher son dos aventureros, de eso no hay duda. Decidieron hace tres años juntar dinero y -sin el apoyo con el que hoy sí cuentan de entidades bancarias y sponsors- reunieron €170 mil para poner un restaurant en París llamado Clásico Argentino. Su objetivo: llevar a Francia el sabor de la verdadera empanada argentina.

 

Así, los franceses adoptaron el producto extranjero con placer e hicieron florecer el negocio a tal punto que rebautizaron las empanadas como "empanadas chic”. "Teníamos esta idea hace rato y queríamos llevar la empanada al lugar que se merece en la gastronomía francesa”, cuenta Enrique Zanoni, que trabajó durante años como fotógrafo de modas en París y hoy se ha reciclado en empresario gastronómico.

 

Por su parte, Gastón -exchef de Fat Duck, uno de los restaurantes mas importantes del mundo- es quien se encarga de diseñar la receta de los alimentos que venden. Con la idea de dejar atrás todas las connotaciones negativas, el chef explica cómo pensaron el menú: "Dejamos de lado las frituras y refinamos la selección de los ingredientes: los mejores productos autóctonos argentinos y los locales, con reemplazos, si fuera necesario, para adaptarse al exigente paladar de los franceses”.

 

El producto final al que accede el público es una mezcla de la empanada típica argentina con una serie de ingredientes y tipos de cocción típicamente europeas. Según Stivelmaher, los franceses deliran con las empanadas de queso y espinacas así como con las de "chorizán", preparada con chorizo artesanal francés.

 

A pesar de que el proceso de producción está lejos de ese manejo artesanal que les permitía a duras penas alcanzar las 200 empanadas al día cuando recién arrancaban a trabajar ellos dos solos, hoy producen unas 55 mil empanadas por mes, pero con su contenido idéntico al de esas épocas de escasez y desconocimiento mediático.

 

Hay, aparte de las aclamadas empanadas, hay dos cosas con las que los dos argentinos buscan marcar tendencia. La primera de ellas es el delivery. Los franceses no están acostumbrados a usarlo por fuera del sushi o la pizza; prefieren preparar su propia comida o salir a comer afuera. "La educación del delivery es hacerles entender que no se necesita prever una cena para el domingo desde el martes sino que pueden llamar diez minutos antes”, dice. El delivery creció un 12% en Francia el año último.

 

El segundo de los cambios con los que buscan dejar marca es un libro de recetas, donde explican desde el repulgue y las salsas de todas las empanadas, hasta las pequeñas diferencias entre una empanada tucumana de una cordobesa o de una salteña. Todos los diarios de Francia publicaron una crítica de esta propuesta.

 

Aquella apuesta inicial de unos miles de euros hoy se transformó en una marca registrada que -a lo largo de tres años- les aportó más de dos millones de euros en ganancias, cinco locales distintos, un "food truck” y el proyecto de exportar la marca a Rusia, Estados Unidos, Australia, Holanda, Ginebra y Gran Bretaña.