Era un ejemplo de kirchnerismo, le soltaron la mano y quebró su negocio

El año pasado, Gabriel Barrios, un librero de Neuquén protagonizó un spot oficial del gobierno y que incluso fue mencionado por Cristina Fernández de Kirchner en cadena nacional como "un ejemplo que deberíamos seguir", debido a su decisión de no aumentar los precios a pesar de la inflación.

 

Lamentablemente, desde ese día la situación de Barrios se agravó ya que las cuentas no cerraban. En octubre de 2014 escribió: "Entré al Facebook y escribí que estoy con la mochila recargada de obligaciones. No sé cómo seguir con el local, porque al no haber gente, al seguir aumentando todo, da una ecuación que no cierra, ni va a cerrar nunca", contó el joven al diario La Mañana de Neuquén, expresando una consecuencia previsible en un contexto económico que no siguió "el ejemplo” y lo condenó a la quiebra.

Resulta que como había tomado la decisión de "no comprar artículos que hayan aumentado porque sí" (así lo aseguró en el spot), los faltantes de mercadería comenzaron a notarse e hicieron que sus clientes optaran por caminar un poco más, aunque tuvieran que pagar más caro.

 

 

A su situación se le sumó otro problema: los propietarios del local, al observar la repercusión que tuvo en los medios y el comercio lleno, le aumentaron el alquiler. "Pensaron que estábamos llenándonos de plata, cosa que está alejada de la realidad. Aumentaron el alquiler casi al doble y ahora lo vuelven a aumentar", relató Gabriel. Aprovechando la repercusión, creó un proyecto para llegar a los barrios con mercaderías a bajo precio, pero no encontró respuesta.

"Sentimos como que nos soltaron la mano en algún punto. Me refiero tanto a los políticos que se nos acercaron en algún momento, como a cualquier político que podría haber tenido acceso a algún consejo o una orientación", se quejó amargamente en declaraciones al diario Río Negro.

"Tomamos la decisión con mi vieja -que es mi compañera en este emprendimiento-, de cerrar las puertas. Tratamos de reubicarnos en otros lugares, pero la verdad es que los alquileres están imposibles. Venimos desde hace meses, antes de las fiestas, tratando de conseguir una ayuda, golpeamos puertas, se nos ha hecho muy difícil", manifestó.

"Más que un proyecto familiar o personal pasa a ser un proyecto social. Tratar de marcar un rumbo en la forma de comercializar, no ser siempre el tirano de los precios. Yo voy a morir en la mía. Si consigo otro lugar dónde seguir trabajando voy a seguir trabajando con la misma política. Sé qué errores no debo volver a cometer", concluyó.