A LOS 88 AÑOS

Adiós a Humberto Dellacasa, el sheriff más respetado del fútbol argentino

El ex árbitro Humberto Orestes Dellacasa falleció a los 88 años luego de una intensa vida en la que protagonizó episodios clave del fútbol argentino en las décadas de los 60's y 70's
jueves, 29 de agosto de 2013 · 13:30
NECOCHEA (Cuatro Vientos) - Humberto Orestes Dellacasa, aquel árbitro que marcó el camino de la línea rígida en el referato del fútbol argentino, falleció a los 88 años.

Dellacasa fue referí internacional en los años 60 y 70 y luego fue docente y director de la Escuela de Arbitros de la AFA. Tuvo admiradores y detractores por igual. También fue profesor de "Reglas del fútbol" en la Escuela del Círculo de Periodistas Deportivos. 

Siempre cuidó la distancia entre el futbolista y el referí y entre el profesor y los alumnos. Su hijo, también llamado Humberto, siguió sus pasos como árbitro. Sus restos fueron inhumados en el Cementerio de la Chacarita.

Un sentido homenaje titulado "El sheriff más temido y respetado en la historia del fútbol nacional" firmado por Daniel Lovano para el diario El Popular refleja algunas anécdotas relacionadas con el ex árbitro: 

La imagen no es todo. A veces la representación mental de un personaje estalla en mil pedazos con el primer contacto humano.

Humberto Oreste Dellacasa, el árbitro más duro, inflexible y temido por dos décadas en el fútbol argentino es un hombre cálido, cordial y verborrágico, empecinado en relacionar cada pregunta con alguna experiencia de una dilatada trayectoria como hombre de negro (vestimenta excluyente en su tiempo), que terminó por una cuestión de edad a fines de 1978.

Llegó a Olavarría el viernes con su esposa para visitar a Omar Pompei, con quien cultiva una amistad que no pudieron borrar ni siquiera los veinte años que pasaron sin verse las caras. Y se fue ayer a las 17.

La relación con el patriarca de los Pompei se inició hace 40 años, como producto de las visitas que los mejores árbitros del país solían hacer al interior para dirigir partidos importantes de los campeonatos de liga.

"Aunque parezca mentira, yo no conocía a la señora de Pompei. Yo le llamo doña Dominga, como la madre de 'Ringo' Bonavena, por todo lo que Omar me ha hablado de su fama de buena cocinera". Así empezó una charla extensísima, de casi dos horas, en el lobby del residencial Centenario, que tuvo en todo momento la compañía de su esposa Sara.

Su siguiente frase siguió relacionada con la familia anfitriona. "Tiene que ser un honor que Juan Pablo Pompei sea un árbitro internacional, aunque lo fui a ver poco, porque le pedí al presidente del Colegio de Arbitros que no me designen como veedor por la relación que existe entre las familias" comentó.

"Yo era asesor del Colegio de Arbitros, hasta que un día me junté con todos los veedores y les dije que mi asesoramiento estaba de más porque ellos se manejaban con el presidente de la AFA. Hace como cuatro años que no le veo la cara al presidente del Colegio, Jorge Romo" contó. 

"La amistad con Omar se profundizó en 1978, cuando me contrataron de la Liga de Azul y yo cambié todo el plantel de árbitros, que es lo que necesita la AFA ahora. Designaron a Elizondo, y Elizondo no va a arreglar nada porque está sujeto a las disposiciones de los dirigentes. Ahí se necesita un hombre que tome medidas drásticas y se acabó... como tiene que ser en el campo de juego". Pie perfecto de don Humberto para abordar la polémica realidad del arbitraje argentino.

Hoy lo revela el nivel del arbitraje argentino y de algunos árbitros. "Lunati es un payasito del arbitraje, un títere. Incluso se rapa a los costados de la cabeza y se deja la boina arriba. Yo me pregunto cómo puede ser que se permita un árbitro disfrazado, cuando la tradición dice que a la AFA hay que ir con traje y corbata, aunque haga un calor que raje la tierra. Al que le gusta bien y al que no que se dedique a otra cosa. La ética existe en todo aspecto, y un árbitro tiene que salir al campo de juego bien vestido y bien arreglado".

"Dirigen porque se manejan para quedar bien con los sindicatos, y entonces pierde el arbitraje. Acá están más preocupados en no quedar mal con el Sadra o con las tres A que por designar a los mejores. Le quitan la esencia pura a la función del árbitro. Una vez le escribí una carta al presidente del Colegio de Arbitro y le puse que en mi época también había sacadores de partidos, pero eran de otro estilo. Hoy es imposible encontrar un Romero, un Comesaña, un Pestarino, un Coerezza, un Iturralde. Es un desastre la actualidad del arbitraje argentino" cuestionó.

"Como ex árbitro me duele muchísimo leer cada lunes el lamentable nivel de los arbitrajes" completó.

"Yo siempre fui de la teoría, y lo puse en práctica, que el que pega patada se tiene que ir para afuera, y ahora se pegan sin piedad. A mí me llamaron por teléfono de la prensa después del último Argentina - Uruguay por eliminatorias y, aunque mucho no me gusta hablar, accedí. Al paraguayo ese lo tendrían que haber expulsado de donde sea. No puede ser que se permitan patadas, planchazos, codazos" se quejó.

"Una vez me encontré con un hermano de Ricardo Calabria en la caja del Carrefour que está donde estaba la cancha de San Lorenzo y le dije 'su hermano hubiese sido un gran árbitro en Europa; acá no'. En la Argentina los jugadores creen que el 'siga, siga' da permiso para una próxima patada" reflexionó.

En ese marco, Dellacasa dijo que Juan Pablo Pompei "es honesto, que es la base fundamental del árbitro de fútbol. Lo tengo bien considerado técnicamente, mejoró y es más capaz que todos los que ahora están dirigiendo los partidos importantes".

Para algunos, Humberto Dellacasa fue una especie de musa inspiradora que operó en la carrera de Javier Castrilli. "Mire, una vez dijo Néstor Ibarra (NdR: maestro del periodismo argentino) en una revista 'Mística' que yo fui el mejor árbitro que vio, el Castrilli de su época, pero sin afán de protagonismo. Yo tengo una buena relación con Javier y le dije que iba a fracasar porque se enfrentó a la mafia del fútbol; todos los personajes indeseables de la dirigencia del fútbol luchaban contra él".

"Mi diferencia con Castrilli era que antes de sacar las tarjetas llamaba al jugador y le hablaba. Castrilli iba directo a las tarjetas y cuando uno mete la mano en el bolsillo ya no hay vuelta atrás" comparó.

Su apego casi fundamentalista al arbitraje le negó más River - Boca de los que hubiese merecido. "Sólo arbitré dos y en los dos ganó River. Una vez en la cancha de Vélez la prensa estuvo toda la semana diciendo que iba a ser una guerra, que Dellacasa se iba a quedar solo. ¿Sabe una cosa? No saqué una sola tarjeta amarilla".

"Estoy harto de escuchar que a nivel sudamericano los árbitros argentinos son los mejores. Por favor, que lo demuestren" reclamó y pidió que "le pierdan el miedo al área penal. Dentro del área pasa de todo y nadie se anima a cobrar nada y el reglamento es sabio, hace más de un siglo se creó el área porque era el espacio donde los técnicos mandaban a cometer más infracciones".

Admirado y declarado admirador de Dante Panzeri, mencionó que el polémico periodista "quería la perfección, pero la perfección no existe. El siempre decía 'el único arbitro que yo conozco es Humberto Dellacasa'. Lo conocí accidentalmente en la cancha de Racing, pero sin conocerme, sin haber hablado un segundo conmigo, me defendía cada vez que podía".

Guillermo Nimo fue una referencia en su época. "Técnicamente tenía condiciones, pero no lo querían los árbitros. Si él se enteraba que un dirigente de Boca, de River o de cualquiera grande iban a comer a un restaurante, se aparecía y comía con ellos".

Humberto Dellacasa estuvo todo el fin de semana en Olavarría con Sara, con quien contrajo matrimonio hace cinco años, quien además es su consuegra porque el menor de sus tres varones está casado con una hija de su actual esposa.

En un alto en la nota, mientras don Humberto subió hasta su habitación del Hotel Centenario a buscar una nota que hace algún tiempo le hicieron en un diario barrial de Buenos Aires, se atrevió a confesar: "La muerte de su primera mujer lo puso muy mal. Me alegra que después de mucho tiempo haya recuperado la alegría de vivir. Usted no sabe lo derecho que es este hombre; no es porque sea mi marido, pero Humberto es una gran persona, muy respetado por todos".

A la vuelta don Humberto siguió escuchando preguntas y repasando anécdotas: "A Victorio Nicolás Cocco lo expulsé cuatro veces de la cancha, pero una vez que la revista 'El Gráfico' me premio como el mejor árbitro de año en el Sheraton Libertador fue Cocco a entregarme el premio. ¿Sabe qué me dijo? 'A pesar de que este hombre me echó varias veces del campo de juego, necesitaríamos varios referí (sic) como él'. Un orgullo para mí".

Aunque reticente, cuando el asado se estaba por pasar en la casa de los Pompei, aceptó hablar de los mejores árbitros que vio en el país. "Roberto Goycochea era bueno, su hermano Duval también; podría ser Coerezza. Un día Coerezza le dijo a Rafael Albrechet ¿usted viene a pegar o a jugar', y el tucumano no dio una patada más. ¿Yo? Me siento satisfecho con la función que cumplí adentro de una cancha de fútbol, a pesar de que me tiene marginado de la posibilidad de formar árbitros en mi país".

Es que en la Argentina, la gente honesta a veces molesta.
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