SIMULACIÓN

Investigación de la NASA: ¿Vivimos realmente en una Matrix informática?

La tecnología ha avanzado tanto que es probable que una simulación pronto sea indistinguible de la realidad. Incluso esa situación podría estar pasando ahora, según algunos teóricos.
miércoles, 12 de octubre de 2016 · 09:17
¿Para qué estamos vivos? Para despertar. En esto coinciden el Buda, Antonio Machado y una nueva ola de científicos y CEOs de importantes compañías de tecnología. La reencarnación de las idea del samsara y del maya es para nuestra generación la Matrix y más recientemente la hipótesis de la simulación de Nick Bostrom, que parece estar ganando tracción entre científicos y multimillonarios por igual. El mundo en que el vivimos no es real. O es real, pero sólo una vez que hemos descubierto que es una ilusión y entonces podemos recrearlo.

Hace unos meses el CEO de Tesla Elon Musk explicó por qué le parece sumamente probable que vivamos en una simulación o, en sus propias palabras, que existamos como personajes dentro de un videojuego.
 
Musk argumentó que la tendencia exponencial con la que avanza nuestra tecnología es una señal de que en el futuro podremos crear simulaciones indistinguibles de la realidad. Ya que vivimos en un universo de una vastedad inconmensurable, es simplemente muy probable entonces que alguien antes que nosotros haya llegado ya a este punto crítico y haya experimentado simulando un universo. De alguna manera simular universos sería la evolución lógica de una civilización tecnológicamente avanzada.

Si asumes cualquier tipo de proporción de incremento, entonces los juegos se volverán indistinguibles de la realidad, incluso si este ritmo de aumento cae a una proporción de mil veces menos de lo que avanza actualmente. Por ejemplo, imaginemos cómo sería en unos 10 mil años, que no son nada en términos evolutivos.

Así que dado el hecho de que estamos en una clara trayectoria hacia diseñar juegos indistinguibles de la realidad, y esos juegos pueden jugarse en cualquier consola o PC o lo que sea, y debería haber miles de millones de estos aparatos, de aquí podríamos deducir que las probabilidades de que existamos en una realidad base [en un mundo no-simulado] son uno en miles de millones. ¿Díganme si encuentran algún error a este argumento?

De hecho deberíamos tener esperanzas de que esto sea verdad, ya que si una civilización deja de avanzar, esto debe ser el resultado de alguna calamidad que borra la civilización... o crearemos simulaciones indistinguibles de la realidad o las civilizaciones dejarán de existir. No es muy probable que simplemente entremos en una estasis de millones de año.

Un reciente converso al argumento de la simulación, es el científico del Jet Propulsion Lab de la NASA, Rick Terrile. Según le dijo Terrile a The Guardian: "Si uno progresa al ritmo actual de la tecnología en algunas décadas seremos una sociedad en la que entidades artificiales viviendo en simulaciones serán más abundante que los seres humanos... Si en el futuro hay más personas digitales viviendo en ambientes simulados de los que hay hoy, entonces, ¿cómo podemos decir que no somos ya parte de una [simulación]?". 

Algunos físicos incluso mantienen que el universo a pequeñísima escala no está compuesto por átomos, está compuesto de bits de información y que la realidad puede pixelarse. "Si uno mira las entrañas del Universo -la estructura de la materia en su escala más pequeña- se da cuenta que no son más que bits realizando operaciones digitales locales", dice el físico Seth Lloyd.

Terrile considera que no estar viviendo en una simulación sería muy poco probable y que, de hecho, esta idea será en el futuro similar a la revolución copernicana (el descubrimiento, que hoy nos parece tan evidente, de que la Tierra gira alrededor del Sol). Y responde a la pregunta de los 64 mil bits --sobre quién programó la simulación-- diciendo: "nosotros mismos en el futuro" hemos creado la simulación. 

El físico Max Tegmark, famoso por su visión platónica de las matemáticas como entidades preexistentes al universo manifiesto, no está del todo convencido. Según Tegmark, si bien lógicamente posible que vivamos en una simulación, las probabilidades no son tan altas como creen Musk o Terile. "Para poder hacer el argumento en primer lugar, necesitamos saber cuáles son las leyes fundamentales de la física en el lugar donde las simulaciones están siendo realizadas. Y si estamos en una simulación no tenemos una pista verdadera de cuáles son las leyes de la física. Lo que enseño en MIT serían leyes de física simuladas".

El argumento de Terrile se apoya en otra noción que aparece en el centro de la discusión científica contemporánea. "Por décadas [dentro de la física cuántica]... los científicos han intentado eliminar la noción de que necesitamos un observador consciente. La solución verdadera podría ser que necesitamos una entidad consciente como el jugador consciente de un videojuego". La interacción del jugador con el juego explicaría, según Terrile, el problema de la medición en la física cuántica o la aparente afectación que se presenta a partir del acto de observar un fenómeno. 

Terrile delata su entusiasmo y señala que la hipótesis de la simulación es sumamente optimista, ya que provee un marco para nuestra continuidad sin la necesidad de una soteriología trascendente. Eventualmente nosotros podremos simular universos. "Tendremos los poderes de mente y materia para crear cualquier cosa que queramos y podremos ocupar esos mundos".

Aunque estas ideas parecen radicales e innovadoras no lo son tanto. Los filósofos védicos y post-védicos tenían el concepto de maya; los budistas la noción del samsara; Platón consideraba que este mundo era la sombra o copia de un mundo real superior (el mundo de las Formas) y los gnósticos literalmente consideraban que este mundo era la simulación o copia de menos calidad de la Creación divina, hecha por un demiurgo o un grupo demiurgos (algo que a veces se conoce como "stereoma", la realidad virtual diseñada por los Arcontes).

Si bien en el budismo el samsara no tiene un inicio ni un final, no es un programa que se haya echado a andar en algún momento o por algún programador, sí manifiesta ciertas leyes --como el tiempo y el karma-- que existen solamente mientras uno no ha despertado y descubierto que el mundo es una ilusión (ocurre como en el sueño que cuando sabemos que estamos soñando podemos volar y atravesar paredes sin ningún problema). Incluso en algunas descripciones de cosmología budista se habla de que nuestro mundo fue manifestado (diseñado de alguna forma) por la intención de seres de otro mundo, los Abhasvara.

Quizás saber bien a bien --con todo nuestro código, por usar una metáfora informática-- que vivimos en una simulación sea lo mismo que lo que los budistas llaman el bodhicitta absoluto, esto es la mente del despertar absoluto, la cual justamente está ligada a la sabiduría de que el mundo es una ilusión y está vacío. Y estas simulaciones podrían ser como las Tierras Puras o campos búdicos que generan algunos bodhisattvas en el budismo, la más famosa de ellas siendo Sukhavati (la Tierra Pura del buda Amitabha). En ese caso estas simulaciones budistas --que son paraísos para el cultivo del dharma-- no son generadas con el poder de computación que se encuentra en la materia sino con la conciencia compasiva, con la más pura intención de liberar a todos los seres de la ilusión. Y el Buda mismo, según enseña el budismo mahayana, no es más que una forma habilidosa, una especie de programa holográfico que se manifiesta conforme a las necesidades de los usuarios atrapados dentro del juego, para mostrarles que el ilusorio mundo del sufrimiento puede cesar. El Buda, como Morpheus en Matrix, sólo puede mostrar el camino, ofrecer la medicina, pero todas las personas tienen que tomar por su propia cuenta la medicina, recorrer el camino y despertar por su propio mérito. 

Quienes estén interesados en seguir este hilo entre el budismo y la simulación informática, recomendamos mucho escuchar este podcast, en el que el profesor Robert Thurman (el papá de Uma, amigo íntimo del Dalái Lama y en cierta forma un cyborg) explica algunas similitudes entre la película The Matrix y el budismo, particularmente la capacidad de multiplicarse y existir en diferentes partes al mismo tiempo que tiene el Buda y que muestra Neo (al igual que el agente Smith)  en una de las secuelas, esto una vez que ha entendido cómo funciona la estructura de la Matrix. 

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