Asolando la costa: Fukushima vierte de nuevo agua radiactiva

 

La operadora de la accidentada central nuclear de Fukushima, en Japón, informó que 1,8 toneladas de agua radiactiva se filtraron a través de brechas en las barreras que rodean los tanques para almacenar el líquido contaminado.

 

Las fugas se han detectado en las bases de los topes que rodean dos áreas de tanques de almacenamiento diferentes, según un comunicado de la compañía operadora de la central, Tokyo Electric Power (TEPCO).

 

TEPCO cree que el agua contaminada que se ha filtrado de una de las zonas afectadas no ha podido llegar al mar, dado que no hay ningún desagüe cerca, al tiempo que investiga si el líquido que se ha salido de la otra zona de contención ha podido llegar al océano Pacífico a través de alguna canalización. 

 

Las barreras que acordonan las 23 áreas designadas a estos depósitos en la planta son de 30 centímetros de altura y fueron instaladas para evitar que el líquido contaminado fluyera al exterior, como ocurrió el pasado verano, cuando se produjo la fuga de unas 300 toneladas de agua altamente radiactiva. 

 

Más de mil tanques –que sirven para acumular el agua que enfría los reactores averiados, la cual se contamina al contactar con los núcleos parcialmente fundidos de las unidades en Fukushima– fueron construidos de manera rápida y económica tras el estallido de la crisis y sus juntas se unieron con resina en vez de soldadura. Desde entonces, TEPCO intenta sustituir cuanto antes dichos contenedores. 

A pesar de que esta nueva fuga no ha llegado al mar, durante este 2013 se han comprobado una serie de fugas que sí se vertieron en el Pacífico. Aunque la operadora TEPCO admitió los desbordes de más de 300 toneladas de agua contaminada a través de una ruptura en uno de sus tanques gigantes, la presentación de la situación como un accidente no hace más que alivianar los costos financieros que podría tener el evento sobre la compañía.

Es más, no son pocos los que especulan con la posibilidad de que la operadora esté vertiendo el agua contaminada asegurando que se trata de accidentes para que su negocio (bastante complicado ya) termine de desmoronarse. En el camino, los océanos podrían quedar desiertos y las costas, completamente bañadas de radiactividad.

Algunas premisas suelen escucharse entre aquellos que comentan el caso de Fukushima, quizá buscando tranquilizarse a sí mismos evitando pensar en el mal que supone realmente para la vida en el planeta el desastre de Fukushima.

Por un lado, se presupone que el accidente de Fukushima es de menor gravedad que el de Chernobyl, cuando esa premisa es completamente falsa, muy a pesar de los informes oficiales. Cabe recordar que los informes oficiales están destinados a mantener el orden en los mercados y a evitar que cunda el pánico, no a informar debidamente. Diariamente se ven en las noticias comunicados de este tipo que rara vez responden a la verdad.

Lo cierto es que luego de tres años del accidente, la refrigeración de las barras de material radiactivo funciona de manera defectuosa, llenando tanques que ocupan grandes extensiones de terreno. Esas aguas en algún momento deberán ser desechadas. Mientras tanto, su cantidad crece día a día.

Por otro lado, Fukushima efectivamente está lanzando radiación al aire, a la tierra y al agua, a casi tres años de iniciada la catástrofe. Esto representa masivas cantidades de radiación vertidas en el planeta que aún no han sido medidas.

A la vez, están la intenciones de la empresa de mantener oculta la información la mayor cantidad de tiempo que pueda para preservar el equilibrio de sus acciones en el mercado.

Como si eso fuera poco, dos datos: el primero es que la radiación no se diluye en el agua y el segundo es que las corrientes oceánicas no tardarán en transportar el agua contaminada por las costas de todo el mundo. En ese sentido, la Costa Atlántica Argentina se ve seriamente amenazada.

A pocos días de sucedido el desastre, los contadores geiger en la costa del Pacífico de Estados Unidos ya detectaban una elevación del nivel de radiación que había en el ambiente. Luego de conocerse el dato, no se publicaron mayores noticias al respecto.

La llegada del agua radiactiva a las costas argentinas se da por el siguiente circuito: Corriente del Pacífico Norte, que lleva el agua de Japón hasta América; Corriente Norteamericana Occidental, que baja el agua desde Canadá a Panamá; de Panamá toma la Corriente Sudamericana Occidental (costas de Colombia, Peru, Ecuador, Chile); luego la corriente del Pacífico Sur; la Corriente Australiana Oriental (desde ahí llega a todo el Sureste Asiatico, ya Oceania no es destino apto para turismo por la radiacion; y finalmente la Corriente del Oceano Índico que al conectar con la Corriente Antartica Austral llega a la Corriente del Atlántico Sur, que es la que baña nuestras costas.

Si bien la sucesión de nombres y lugares hacen parecer lejana la llegada del agua radiactiva a la costa atlántica, lo cierto es que los desechos se están arrojando hace tres años, por lo que es muy probable que los niveles de radiación de la Costa Atlántica se hayan incrementado, aún cuando no gocen del aval de las autoridades oficiales, que más interesadas se muestran en ocultar la verdadera situación que en solucionar el problema de manera cabal.