¿La traducción es un producto o un servicio?

jueves, 27 de mayo de 2021 · 11:37

Traducir es una labor tan particular, que puede verse desde diferentes puntos de vista. Dos de las perspectivas más comunes es observar la traducción profesional como un producto o servicio. Según el lente con que se vea este trabajo, se distinguen varias cualidades y parámetros para medir el desempeño. Para empezar, si se visualiza una traducción como un producto, entonces es posible argumentar que algunas traducciones son de mala calidad y que otras son excelentes. Lo que trae como consecuencia que se crea que el precio es un factor decisivo, debido a que en teoría se puede escoger la calidad de la traducción. En honor a la verdad, una persona no tiene la capacidad de medir que tan buena es una traducción, ni tampoco el traductor puede saber si hará o no un buen trabajo, debido a que es una labor interpretativa. A lo mejor los traductores más experimentados se sientan cómodos ofreciendo garantías por su trabajo, pero eso sería una excepción. Digamos que clasificar las traducciones como productos, las 
somete a los mismos juicios que se hacen de cualquier cosa que se pueda comprar en un supermercado.

¿Y si se considera un servicio?

Bajo esta perspectiva cambia la forma de evaluar una traducción. Se asume que un traductor realiza su labor haciendo su mejor esfuerzo y que no ofrece productos. De hecho, la traduccion profesional de documentos es una labor que no se puede realizar sin antes ver el documento original, así que es imposible sacarlo como producto con antelación, tal como pasaría con un pan o un teléfono móvil. Ningún traductor va a poner a la venta varias traducciones de textos que haya escogido al azar, puesto que así no funciona el trabajo. Por ello, traducir es más que todo un servicio que está a la orden de quien lo necesite. En algunos
casos se deriva en otros “sub servicios” como la edición o revisión de textos traducidos, pero para eso están diferentes especialistas. Por ejemplo, un experto en la lengua destino puede chequear el texto, así no tenga conocimientos de traducción. Posteriormente una persona que haya cursado estudios de traducciones podría revisarlo por segunda vez, de modo que lo que se vaya a entregar al cliente esté perfecto.

¿Qué influye en una buena traducción?

Es importante que el cliente pueda confiar en el traductor, debido a que una vez que se solicite (y se pague) el servicio, la parte contratante cuenta con recibir una traducción impecable. No es posible devolverla como pasaría al pedir una comida y que sepa mal, lo único admisible es solicitar una revisión expresando la disconformidad con el documento recibido. Si la falla es muy grave, es posible denunciar ante las autoridades competentes. Aunado a ello, el cliente confía en que el traductor no va a divulgar el contenido que le haya entregado, por lo que el profesional debe darle un tratamiento confidencial a toda la documentación
recibida. Vale decir que en ocasiones se trata de papeles que tienen implicaciones legales, médicas, jurídicas, científicas o protocolares.

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