¿Por qué andan tan mal las líneas de celulares?

NECOCHEA (Cuatro Vientos) - No es una novedad que existen crecientes dificultades en la calidad de las comunicaciones de los servicios móviles en la Argentina. La calidad de este servicio depende de la disponibilidad de espectro y las inversiones de las compañías en sus redes.

En la Argentina existen hoy casi 60 millones de líneas en servicio de telefonía móvil sobre una población de algo menos de 45 millones. Hace tan sólo 21 años no llegaban a 150 mil. Además, cada día las aplicaciones que operan con los teléfonos inteligentes requieren de mayor ancho de banda. Su uso para intercambio de datos, imágenes y video hace que éstos puedan equivaler (en uso de espectro) a varias veces (alrededor de 35) el uso de un simple teléfono para hablar. De allí que el recurso espectro sea esencial para un correcto funcionamiento del servicio. La posibilidad de suplirlo mediante la multiplicación de las antenas encuentra límites técnicos (aumenta la probabilidad de interferencias) y de espacio (se agotan los sitios idóneos para su instalación, los que además enfrentan cada vez mayores restricciones municipales).

La Argentina es de las naciones de Latinoamérica que menos espectro tiene asignado para los servicios móviles. Adicionalmente, existe un límite máximo de 50 Mhz de espectro por operador. Este límite fue establecido en 1998 y desde entonces no ha sido revisado.

En general, en el resto de nuestro subcontinente, dicho límite es del doble y también en general es del doble o más el espectro asignado para los servicios móviles. A modo de ejemplo, Brasil tiene asignado espectro en las bandas de 850 Mhz, 1.8, 1.9 y 1.7/2.1 2.6 Ghz, mientras nosotros solo lo tenemos en 850 Mhz y 1.8-1.9 ghz. La situación es similar en Chile, Perú y Colombia, por citar algunos países.

En nuestro país en el 2011 se llamó a un concurso para asignar aproximadamente entre 30 y 40 Mhz de espectro que había dejado libre la compañía Telefónica de Argentina luego de adquirir las operaciones de la compañía Bell South (Movicom), lo cual hubiera contribuido a mejorar la situación.

Sin embargo, ese concurso fue dejado sin efecto y luego se decidió adjudicar en forma directa ese espectro a la compañía estatal Arsat para convertirla en un nuevo operador por sí o a través de terceros. Hasta el presente la empresa estatal no ha avanzado en esta dirección y aquel recurso permanece ocioso. Tampoco se ha avanzado con la adjudicación al servicio de frecuencias en las bandas de 1.7-2.1 Ghz (90 Mhz) y 700 Mhz (108 Mhz) como ordenó el decreto 2426/12.

Sin una mayor cantidad de espectro para los servicios móviles se podrá sancionar mucho a las empresas pero no por ello mejorará la calidad del servicio.

Ello no significa necesariamente asignar más espectro a las actuales compañías sino, asignarlo al servicio favoreciendo, llegado el caso, la entrada de nuevos competidores. Adicionalmente, y si se remataran las frecuencias como se hizo en 1999 para los servicios celulares de segunda generación (PCS) el gobierno podría recaudar hasta mil millones de dólares según una estimación del economista Andrés Chambouleyron (Foco Económico 18 de marzo de 2014).

Quedarse solo en las sanciones constituye una expresión más de realismo mágico. Es como pretender que una empresa de transporte pueda cumplir con un horario diagramado para una época en la que el parque automotor era decenas de veces inferior al actual. Por mucho que invierta en sus colectivos inexorablemente se degradará la calidad del servicio si las carreteras no se convierten en autopistas. El espectro es la carretera de los servicios de telecomunicaciones móviles. Mientras el gobierno siga sentado sobre el espectro no habrá una solución duradera para la baja calidad de estos servicios. Es imperioso revertir esta situación para beneficiar rápidamente a los consumidores con más y mejores servicios.